El Hombre Miserable

Iniciado por Zeridian, Julio 23, 2006, 03:10:03 PM

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Zeridian

Bueno... lo prometido es deuda... eso quiere decir q seguire posteando las locuras q escribo xD ñis... estuvo bonito lo q escribieron del otro cuento... tendre q tomarlas en cuenta cuando vuelva a escribir... las cosas q pongo son de noviembre del 2004... aquellos tiempos... en q mi vida era algo... confusa... y esas cosas... pero en fin... aqui les dejo otro... para mucho el final es muy obvio... pero era parte de la idea jeje... ojala les guste... y como siempre... se aceptan todo tipo de criticas



El Hombre Miserable

"Contemplen al hombre miserable" decía el rótulo. No sé que cosa loca me impulsó a acercarme, pero lo que vi aun trato de entenderlo. Había una larga línea de espera para ver al tal "hombre miserable", parecía que a todos les atraía la miseria del hombre.

   La lĂ­nea avanzaba lentamente. Mientras más me acercaba más claros eran los cuchicheos de quienes salĂ­an. Algunos decĂ­an que era una estafa, otros salĂ­an riendo, pero nadie salĂ­a triste por ver a un hombre miserable. Que larga era la espera, mi estomago se retorcĂ­a pidiendo algo de alimento. Ahora entendĂ­a porque mi madre me decĂ­a que mi desayuno no era muy nutritivo, tenĂ­a hambre. Mientras más me acercaba, tambiĂ©n, más aumentaba mi ansiedad y miles de pensamientos corrĂ­an por mi cabeza. QuerĂ­a saber como se verĂ­a ese miserable hombre, que aspecto tendrĂ­a y si hablarĂ­a. RecordĂ© tambiĂ©n aquel viejo amor que una vez tuve y que se escapĂł de mis manos. Esa era una verdadera razĂłn para sentirse miserable. Ella se fue, como si hubieran operado a un paciente sin antes preguntarle que le dolĂ­a. AsĂ­ me sentĂ­ cuando ella me dejĂł. DespuĂ©s de ella nunca más busque amor, pues sabĂ­a que no lo encontrarĂ­a.

Al fin, la fila avanza un poco más, cada vez estoy más cerca. No sĂ© porque tambiĂ©n recordĂ© mi juventud y el tiempo que desperdiciaba, las horas con los amigos, las fiestas, aquella libertad que solo los jĂłvenes pueden tener en las manos.  

ParecĂ­a que algo habĂ­a sucedido, pues la lĂ­nea dejĂł de avanzar por un momento, pero no le tomĂ© importancia puesto que mis pensamientos empezaban a absorberme como hacĂ­a mucho no lo hacĂ­an. Que raro, no lograba entender por quĂ© estos recuerdos venĂ­an a mi mente en este momento. Todas aquellas personas que perdĂ­. Mis amigos, de los cuales abusĂ© y simplemente se alejaron de mi o de aquellos a los cuales no les prestĂ© tiempo y me abandonaron o tambiĂ©n a aquellos que abandonĂ© por las mismas razones. Mi familia, a la cual recuerdo con cariño, pero ahora no viven mas aquĂ­, algunos migraron fuera del paĂ­s y otros migraron fuera de la vida. Extrañamente, mientras más me acercaba a aquel pasadizo, el cual dirigĂ­a al tal miserable hombre, más pensamientos venĂ­an a mi mente.  

Ya solo quedaban dos personas para que fuera mi turno y se vino a mi mente un recuerdo que yacía profundamente dormido en la parte trasera de mi cabeza: mi hija. Sus cabellos dorados y la mirada alegre que muchas veces me recordaban a su madre, ya no la podría ver más. Ella también migró al país donde los franceses hablan ingles y los ingleses hablan francés, para estar cerca de su madre.

Quedaba una persona, que cerca estaba de saciar mi curiosidad y que cansado me sentĂ­a despuĂ©s que tantos recuerdos habĂ­an regresado a mi. Me quedaban pocos minutos asĂ­ que decidĂ­ pensar en algo alegre para aligerar mis recuerdos, pero, ay! pobre de mi! mi alegrĂ­a estaba en mis amigos, mi familia y mi amor.  

Era mi turno. El pasillo era no muy largo, pero oscuro. Al final se divisaba un cuarto iluminado; debĂ­a ser ese el lugar donde estaba el hombre miserable. Me acerquĂ© y un hombre se acercĂł hacia mi. TenĂ­a la cara sucia, las ropas rasgadas, las manos negras, y andaba sin zapatos. Su cabello era largo y muy enredado. TenĂ­a la mirada más triste que alguna vez haya encontrado y al parecer habĂ­a estado llorando. Lo mirĂ© y me di cuenta que ese hombre era realmente miserable.  

No sé cuanto tiempo estuve dentro de la pequeña tienda, ni que otras cosas dije o pensé, solo recuerdo que varios minutos después alguien me dio un empujoncito y me dijo "ya deja de mirarte al espejo, vagabundo, que hay gente que si ha pagado por esto".

Lealtad Hasta la muerte
Por la Gloria!
Por la Victoria!
Por Poder Hispano!

Vorgon

Zeri fea, lees a James Joyce?

Por que tiene mucho de Dublineers...

BuenĂ­simo