Un poco de historia

Iniciado por _LoKy_, Abril 07, 2004, 11:09:05 AM

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_LoKy_

El Almirante Patapalo D. Blas de Lezo, General de la Armada  

Nació en Pasajes (Guipúzcoa). En 1701 ingresó como guardiamarina y en 1704, ya iniciada la Guerra de Sucesión española, entró en combate como tripulante de la escuadra francesa que se enfrentó a las fuerzas combinadas de Inglaterra y Holanda en batalla librada frente a Vélez Málaga y en la que perdió la pierna izquierda por una bala de cañon, mostrando en el terrible trance tal sangre fría que admiró al mismo Almirante. Su intrepidez y serenidad en el combate fue premiado con el ascenso a alférez de navío y luego a teniente de navío. Participó en la defensa del castillo de Santa Catalina en Tolón donde perdió el ojo izquierdo. Ostentó el mando de diversos convoyes que socorrían a Felipe V en Barcelona burlando la vigilancia inglesa.

En uno de ellos fue rodeado por fuerzas superiores, y apurado supo salir incendiando alguno de los buques que le seguían, lo que rompío el círculo que le rodeaba.

En 1713 fue ascendido a Capitán de navío,
y un año más tarde fue destinado al segundo sitio de Barcelona donde perdió el brazo derecho. En esa época, y al mando de una fragata, hizo once presas a los británicos, entre ellas la del emblemático Stanhope, buque bien armado y pertrechado.Terminada la Guerra de Sucesión se le confió en 1723 el buque insignia Lanfranco y el mando de la Escuadra de los Mares del Sur,. limpiando de piratas las costas del Pacífico y capturando doce naviós holandeses e ingleses.

Contrajo matrimonio en el Perú en 1725 y en 1730 regresó a España siendo ascendido
a Jefe de la Escuadra Naval del Mediterraneo. Se trasladó a la Republica de Genova para exigir el pago de los 2.000.000 de pesos pertenecientes a España retenidos en el Banco de San Jorge, y que en desagravio se hiciera un saludo excepcional a la bandera española sopena de bombardear la ciudad. Ante la enérgica actitud el Senado genovés cedió de inmediato.

.En 1732 y a bordo del Santiago hizo una expedición a Orán comandando 54 buques y 30.000 hombres. Orán fue rendida pero Bay Hassan reunió de nuevo tropas y sitió la ciudad poniéndola en grave aprieto. Lezo acudio en socorro con seis navios y 5.000 hombres logrando ahuyentar al pirata argelino tras reñida lucha. Persiguió su nave capitana de 60 cañones que se refugio en la bahia de Mostagán defendida por dos castillos y 4.000 moros. Ello no arredró a Lezo, que entró tras la nave argelina despreciando el fuego de los fuertes incendiándola y causando además gran daño a los castillos. Patrulló luego durante meses aquellos mares impidiendo que los argelinos recibieran refuerzos de Constantinopla hasta que una epidemia le forzó a regresar a Cadiz.

En 1734 el Rey premió sus servicios promoviéndolo a General de la Armada. En 1737 regresó a América con los navios Fuerte y Conquistador y fue nombrado Comandante General de Cartagena de Indias, plaza que defendió de los embates del almirante inglés Sir Edward Vernon, página gloriosa de las armas españolas.

La Invencible inglesa contra Cartagena de Indias (1741)

La derrota de la Armada Inglesa en Cartagena de Indias en el siglo XVIII es un acontecimiento silenciado en la historia inglesa y desconcocido para la gran mayoría de españoles. La Historia está hecha de muchas mentiras, silencios y exageraciones está injustamente olvidada por el saber popular español y merece la pena contribuir a su difusión.


En Octubre de 1739 Inglaterra declara a España la guerra de la oreja de Jenkins y planea tomar la ciudad donde confluyen las riquezas de las colonias españolas, Cartagena de Indias (Colombia), dominar el comercio en el Caribe y, en una operación combinada con las fuerzas del Comodoro Anson que con el navio Septrentión y dos buques menores acosaba las colonias del Pacifico Sur, aniquilar el imperio español en América.


Aunque el origen de la guerra fue la rivalidad comercial entre las dos potencias, la causa inmediata de la conflagración fue un incidente cerca de la costa de Florida cuando el capitán de un guardacostas español, Juan León Fandiño, interceptó el Rebbeca al mando de Robert Jenkins y le hizo cortar a éste una oreja; después de lo cual le liberó con este insolente mensaje:

\"Ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve\".

Este suceso enardeció a la opinión pública inglesa y dió lugar a que el Gobierno inglés, presidido por su Primer Ministro Mr. Walpole, declarara la guerra a España presionado por los comerciantes de la City que apetecían la conquista de nuevos mercados.

El 13 de Marzo de 1741 apareció por \"Punta Canoa\", poniendo en vilo la ciudad de Cartagena, la mayor flota de guerra que jamás surcara los mares hasta el desembarco de Normandía: 2000 cañones dispuestos en 186 barcos, entre navíos de guerra, fragatas, brulotes y buques de transporte. La flota, muy superior a la Invencible de Felipe II que sólo disponía de 126 navíos, está dirigida por el almirante Sir Edward Vernon y transporta 23.600 combatientes entre marinos, soldados y esclavos negros macheteros de Jamaica. En la expedición vienen 4.000 reclutas de Virginia bajo las órdenes de Lawrence Washington, medio hermano del futuro libertador George.

Las defensas de Cartagena no pasaban, en cambio, de 3.000 hombres entre tropa regular, milicianos, 600 indios flecheros traídos del interior más la marinería y tropa de desembarco de los seis únicos navíos de guerra de los que dispone la ciudad: el Galicia que era la nave Capitana, el San Felipe, el San Carlos, el Africa, el Dragón y el Conquistador

Este pequeño contingente está dirigido por hombres decididos a defenderse hasta morir: el Virrey Sebastián de Eslava, Teniente General de los Reales Ejercitos con larga experiencia militar, y bajo su mando, pero en el mar, el celebre General de la Armada D. Blas de Lezo, lobo de mar que ya ha participado en 22 batallas y expediciones navales perdiendo la pierna y el ojo izquierdo en Málaga y Toulon y quedándole lisiada la mano derecha en Barcelona. Seguían en la jerarquía el Mariscal de Campo D. Melchor de Navarrete, Gobernador de la ciudad, a cuyo cargo quedó la parte administrativa y el abastecimiento de víveres, y el Coronel D. Carlos Des Naux, Ingeniero militar y Director de obras de fortificación, quien actuó primero como Castellano del Castillo de San Luis de Bocachica y luego como Castellano de San Felipe de Barajas.

Aunque con algunas discrepancias de criterio en materia estratégica entre Blas de Lezo y el Virrey los cuatro hombres lograron por fin unificar su acción baja la dirección de Eslava y resistir a pie firme el embate inglés.

Años antes Vernon ya había merodeado dos veces Cartagena, y trazando círculos de buitre se había presentado frente a la bahía, pero Lezo lo había puesto en fuga con maestría de consumado marino. En la primera ocasión cerró el puerto con cadenas y situó sus buques en Bocachica para que los ingleses no pudieran entrar sin batirse con ellos e instaló en tierra un grueso cañón de 18 libras de su nave capitana lo que sorprendió al enemigo al contestar con artillería por un lado de la ciudad que consideraban desguarnecido. En la segunda dispuso sus naves de manera que con su fuego se encerrará a los navios ingleses dentro del campo de tiro largo y corto, los cuales de nuevo sorprendidos abandonaron la zona.

Ahora Vernon, envalentonado tras una acción de rapiña en la mal defendida ciudad de Portobelo (Pánama), vuelve con efectivos considerables y escribe a Lezo cartas desafiantes. Éste, como buen vasco, es tozudo y quisquilloso en cuestiones de honor:

\'\'Hubiera estado yo en Portobelo, no hubiera Usted insultado impunemente las plazas del Rey mi Señor, porque el ánimo que faltó a los de Portobelo me hubiera sobrado para contener su cobardía...\"

Vernon despliega la flota bloqueando la entrada al puerto, y tras silenciar las baterías de \"Chamba\", \"San Felipe\" y \"Santiago\" desembarca tropas y artillería. Es tan impresionante el despliegue de barcos en el horizonte que algunos vecinos consideran la situación perdida y procuran ponerse a salvo. Vernon ordena un cañoneo incesante que durará 16 días y noches al castillo de San Luis de Bocachica con un promedio de \"62 grandes disparos por hora\". El castillo está defendido por 500 hombres al mando de Coronel Des Naux. Por su parte Lezo coloca cuatro de sus navíos, el Galicia, el San Felipe, el San Carlos y el Africa del lado interior de la bahía y en las proximidades del Castillo para apoyarlo con sus cañones. Aunque la defensa de Bocachica fue heroica con Lezo y Des Naux peleando en primera fila los defensores han de evacuarlo ante la abrumadora superioridad enemiga. Lezo hace barrenar e incendiar sus buques para obstruir el canal navegable de Bocachica, cosa que consigue parcialmente ya que el Galicia no coge fuego a tiempo. Sin embargo, se ha logrado retrasar el avance inglés de forma considerable y ello favorecerá el desarrollo de epidemias entre los asaltantes.

Los defensores optaron por replegarse totalmente a la Fortaleza de San Felipe de Barajas, motivo por el cual ni siquiera intentaron la resistencia en el Castillo de Bocagrande. Y muy contra la voluntad de Lezo, que trató de evitarlo hasta el fin pero se vió obligado por disciplina, se hundieron los dos únicos navíos que quedaban, el Dragón y el Conquistador, con el ilusorio objeto de impedir la navegación por el canal de Bocagrande. Pero al igual que en Bocachica, el sacrificio resultó en vano pues los ingleses remolcaron el casco de uno de ellos para restablecer el paso y desembarcaron en las islas de Manga y Gracia dejando a un lado el Fuerte de Manzanillo. Hecho lo cual, un regimiento de colonos norteamericanos al mando de Lawrence Washington tomaron la colina de la Popa próxima ya a San Felipe de Barajas y que había sido abandonada por los españoles.

Vernon entró entonces triunfante en la bahía con su buque Almirante con las banderas desplegadas y el estandarte de General en Jefe escoltado por dos fragatas y un paquebote, y dando la batalla por ganada despachó un correo a Jamaica e Inglaterra con tan fausta noticia. Tras ello ordena el desembarco masivo de artilleria y cañonear el Castillo de San Felipe desde mar y tierra con el fin de ablandar la resistencia final.
La defensa está formada por sólo 600 hombres bajo el mando de Lezo y Des Naux. Éste ya había resistido en Bocachica e iba a batirse de nuevo contra el empuje inglés hacia la fortaleza de San Felipe.

La defensa fue numantina y la batalla violenta. Al fin Vernon resuelve que la infantería tomará fácilmente la fortaleza pues se encuentra con daños considerables. La noche del 19 al 20 de abril se dan los hechos decisivos, los atacantes al mando del General Woork avanzan entre sombras en tres columnas de granaderos y varías compañías de soldados, además de los esclavos macheteros jamaicanos que van en vanguardía. Su progresión es lenta por el pesado equipo de guerra que transportan y por el fuego de fusilería desde las trincheras y lo alto de la fortaleza. El avance se frena ante las murallas ya que por imprevisión la longitud de las escalas para salvar el foso resultan cortas y los atacantes quedan aturdidos al no disponer de fajinas y materiales para facilitar la aproximación al fuerte. Los defensores arrecian en su fuego nutrido y certero desde lo alto, lo que origina una mortalidad espantosa.

Al alba un macabro espectáculo de muertos, mutilados y heridos vagando como espectros aparece alrededor de San Felipe haciendo evidente la hecatombe inglesa. La salida de los españoles que cargan a bayoneta calada provoca la huida desordenada de los asaltantes que pierden cientos de hombres y todos sus pertrechos.

El bombardeó inglés prosigue desde el mar 30 días más sin un objetivo claro, pero el cólera y el escorbuto comienzan a provocar decenas de muertos que flotan en la bahía lo que hace la situación desesperada.
Vernon, altivo y malgeniado, recrimina al parsimonioso General Wentworth, Jefe Supremo de las tropas de desembarco, por el ignominioso fracaso y las desavenencias llegan a un punto insostenible. Al fin el Alto Mando inglés ordena la retirada, lo que se realiza de forma lenta y sin cesar de cañonear la ciudad hasta que \"no quedó ninguna vela inglesa\".  Los últimos veleros parten el 20 de Mayo, pero los ingleses han de incendiar cinco de ellos por falta de tripulación. En el regreso a Jamaica hunden otro y cada barco parece un hospital.

Mientras en Inglaterra se supone como cierta la victoria con arrogancia y orgullosa satisfacción. Aún se desconoce el infausto final y se acuñan medallas conmemorativas mostrando a Lezo arrodillado ante Vernon entregándole la espada con la inscripción \"el orgullo español humillado por Vernon\". En ellas el vencido aparece con dos piernas, dos ojos y dos brazos para obviar que es un hombre lisiado.
En el reverso había seis navios y un puerto, y alrededor la inscripción: quien tomo Portobelo con solo seis navíos, Noviembre de 1739.

http://www.nautigalia.com/marinosybarcos/b...lasdelezo/3.jpg

Éstas medallas, de las que se conservan algunas todavía, fueron motivo de burla durante mucho tiempo por parte de los enemigos de Inglaterra, \"debiendo ser en sus autores tanta mayor la vergüenza cuanto fue mayor su ligereza y arrogancia\".

Semanas después Lezo malherido y extenuado por la batalla se hunde en las tinieblas del olvido. Sus últimos momentos se enmarcan dentro de la ingratitud y la amnesia de un camastro en algún hospital de Cartagena. Su cuerpo cercenado se deposita sin honores y se ignora donde esta enterrado.
Vernon, sabedor de la muerte de Lezo, rondó de nuevo Cartagena en 1742 con 56 navios, pero sus espías le informaron de la reparación de las defensas y de la presencia del Virrey Eslava en la ciudad por lo que no se decidió a atacar y partió a enfrentarse al juicio de la historia.

Murió en 1757 repudiado y olvidado por su pueblo, y el rey Jorge II prohibió toda publicación sobre el asalto a Cartagena que quedó así sepultado en la historia. Inglaterra no volvió a amenazar seriamente al Imperio español que subsistió un siglo más. España, en cambio, contribuyó añós más tarde al desmoronamiento de las colonias inglesas en Ámerica, hecho que también ha tratado de silenciarse: España en la Guerra de Independencia y Bernardo de Gálvez (1746-1786).

Poco después de ello los ingleses promoverían la figura de Nelson para elevar la moral y el patriotismo ante la amenaza napoleónica. El asalto a Cartagena de Indias pasó así a ser un anecdótico episodio de mala suerte debido a enfermedades tropicales mal conocidas. El propio Nelson fue en cierto modo víctima de esta conspiración de silencio. Poco después de afirmar que los Dons sabían hacer barcos pero no pelear tuvo que retirarse humillado y sin su brazo derecho tras el intento de captura de Tenerife (Julio de 1797), cosa que también daba por hecha, y entregar su vida en Trafalgar ante los Dons que pelearon de forma valiente bajo un inepto mando francés.

Y los españoles, por contra de los ingleses, somos tan miserables que nos avergonzamos de nuestras hazañas y hurtamos al saber popular figuras como la de Blas de Lezo y Olavarrieta, marino español y vasco de Pasajes (Guipuzcoa). Su legendaria vida, y anónima muerte, contribuyó a cambiar la historia en América y no desmerece frente al mejor guión de aventuras de Hollywood.

Todo lo que se pueda hacer por difundir esta figura silenciada por unos y olvidada por otros parece insuficiente. Su lugar en la historia ha de estar junto a los grandes nombres de la época colonial.                    
RECUERDA: SER HETERO TAMBIEN MOLA

-k-no

#1
me dio paja leerlo

haste un resumen

jijijijiji                    







-KaRN-

#2
y esto de k va? trata de ser un pokito mas explicativo con el titulo xD                    
Spoiler: Para leer selecciona el texto con el raton
Cita"Hay que estar muuuy aburrido para leer esto ^__^"



BELEN HISPANA

#3
A mi me ha gustado, quiero saber más sobre este tema.  :cheer:                    
Una walkyria no rinde JAMAS su imagen, pero su fina seda es para los caballeros "HONORABLES"...

http://www.atalayadigital.com/archimago/vi...read.php?tid=87


_LoKy_

#4
Solo hay que saber buscar, por ejemplo esto:


Hola a Todos! Os trascrisbo esta pequeña joya de mi paisano Arturo Perez Reverte.
\"\"Te estas amariconando, Reverte, me dice un lector de Santander. Diez años dando estiba en esta página a los perros ingleses, enemigo histórico de toda la vida, y ahora vas y recomiendas Master and commander, que es una película estupenda, sí, pero también un canto épico a la marina británica. A ver si de tanto leer a Patrick O`brian y darte el pico con Javier Marías tienes el síndrome de Estocolmo. Cabrón. ¿Por qué no reivindicas la figura de mi paisano Luis Vicente Velasco?¿Ein?Si ése fuera inglés, le habrían hecho diez películas. En hazañas navales no le moja la oreja ningún hijo de la perfida Albión. Pero era español, claro. Santanderino de Noja. Por eso ya no se acuerda de él ni la madre que lo parió.
La verdad es que el lector cántabro tiene razón. Así que, para lavar mi culpa y evitar, de paso, que los futuros súbditos del Orejas se suban a la parra -este año andan muy flamencos con el tricentenario de lo de Gibraltar-, he decidido dedicarle hoy la página, por todo el morro, al capitán de navío de la Armada española don Luis Vicente de Velasco. A quien, las cosas como son, el viejo amigo Jack Aubrey no le llega ni a la bragueta. Y consuela mucho, la verdad, repasando nuestra desgraciada Historia, tan llena de baldones, vileza e incompetencia, toparse de vez en cuando con gente como don Luis: leal, inteligente y con los \"huevos\" en su sitio. Ejemplo, una vez más, de lo que podría haber sido esta desdichada tierra si tantos buenos vasallos hubiesen tenidos buenos señores.

Atentos a la biografia de mi primo. Guardiamarina con quince años, Velasco se fogueó en los intentos por recuperar Gibraltar, en la toma de Orán y en numerosos combates navales contra los corsarios berberiscos. A los treinta tacos era capitán de fragata, y al mando de una de ellas, artillada con treinta cañones, se encontraba en 1742 navegando entre Veracruz y Matanzas cuando le salió al paso una fragata de cuarenta cañones seguida por un bergantín, ambos ingleses. Si lo trincaban entre dos fuegos estaba listo de papeles, así que decidió darse candela con la fragata antes de que llegase el bergantín. Se arrimó al enemigo, que venía muy chulito, empezó el combate, y después de dos horas de sacudirse estopa pasó al abordaje, hizo arriar el pabellón a la fragata inglesa, volvió a su barco, dio caza al bergantín -que al ver el panorama había salido cagando leches-, lo rindió y entró en La Habana con las dos presas. Y para no enfirarse, cuatro años después, con dos jabeques guardacostas, tomó al abordaje otro buque de guerra inglés de treinta y seis cañones. La criatura.

Pero lo que grabó el nombre de Velasco en esa Historia de España que ahora, desde la Logse, nadie estudia, fue la defensa del castillo Morro de La Habana en 1762; cuando, siendo capitán del navío Reina, se le encargó disputar esa fortaleza a la flota de invasión inglesa copuesta por doscientos barcos y catorce mil hombres. En la defensa de Morro, donde la artillería enemiga lo superaba seis a uno, Velasco estuvo treinata y siete días sin desnudarse y sin apenas dormir. Para hacernos idea de cómo se batió el tío, basta echar un vistazo al magnífico cuadro conservado en el Museo Naval de Madrid: el fuerte soltadon cebollazos, los ingleses cañoneándolo, el Cambridge desarbolando y hecho un pontón tras perder a su comandante, tres oficiales y la mitad de la tripulación, el Malborough remolcándolo, el Dragon apartándose con graves averías y el Striling huyendo del fuego como una rata. Osea. Rule Britania un carajo.
Al final, lo de siempre. España. Nosotros. Esa Habana abandonada de la mano de Dios. Una mina inglesa abrió brecha, los ingleses se colaron por ella, don Luis Vicente acudió espada en mano, y zaca. Lo reventaron. Agonizante, ya caído el Morro, el general inglés fue a abrazarlo y a decirle olé tus pelotas, chaaval. Verygüel lo tuyo, top typical spanish eggs. Y en la carta que Lord Abermale escribió a Londres dando cuenta del escabeche, lo llamaba \"el capitán más bravo del rey católico\". Que en boca de un hijoputa inglés arrogante de entonces tiene su mérito de aquí a Lima. Y un detalle; todavía a mediados del siglo XIX, a pasar por la costa santanderina ante la playa de Noja, los navíos británicos ponían la bandera a media asta. Pero claro. En Inglaterra le preguntas a un colegial quién fue Nelson, y te lo dice. El de Trafalgar, ofcourse. Pregúntele aquí, a cualquiera, quién fue Velasco\"\".                    
RECUERDA: SER HETERO TAMBIEN MOLA

Greendeath

#5
Me ha gustao ambas dos historias Loky mu wenas, sí señor.

XD                    

_LoKy_

#6
A ver esta:

LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA [/size]

El combate ocurrió en el año 1212, pero en realidad, toda la historia comenzó mucho antes. Cuando el califato de Córdoba se descompuso en un mosaico de pequeños estados (los llamados reinos taifas), los reinos cristianos del Norte aprovecharon la oportunidad para ampliar sus fronteras hasta el río Tajo y tomara Toledo. Los débiles reyezuelos de taifas tuvieron que comprar la paz y la protección de los monarcas cristianos pagando crecidos tributos anuales.

   Por aquel tiempo los almorávides, una confederación de tribus bereberes, habían forjado un poderoso imperio que se extendía por lo que hoy es Marruecos, Mauritania, parte de Argelia y cuenca del río Senegal. La creciente presión cristiana no dejaba más alternativa a los cada ves más débiles reyezuelos andalusíes que solicitar ayuda a los almorávides. Pero no se atrevían a dar este paso porque temían que sus rudos correligionarios del desierto se prendaran de las fértiles huertas y populosas ciudades de al-Andalus y se las arrebataran. Finalmente el rey Motamid de Sevilla se atrevió a dar el paso decisivo y firmó un pacto con el sultán almorávide. Prefería, alegó, ejercer de camellero en Africa a ser porquero en Castilla.

   Los almorávides enviaron un ejército que derrotó a los castellanos en Zalaca o Sagrajas (1086). Después ocurrió lo que se temía: barrieron a los reyezuelos de taifas, unificaron al-Andalus y lo incorporaron a su imperio. Como suele ocurrir, los fieros vencedores acabaron siendo conquistados por la superior cultura de los vencidos y los nuevos conquistadores se aficionaron al refinamiento de la sociedad hispanomusulmana, suavizaron sus costumbres y se civilizaron. Es decir, desde la óptica fundamentalista, se corrompieron. Hacia 1140 la fortaleza moral y el militarismo de los almorávides se habían mitigado tanto que su imperio se fraccionó y en al-Andalus volvió a aparecer una generación de pequeños reinos taifas tan débiles como los anteriores. La balanza del poder militar se inclinaba de nuevo hacia los reinos cristianos.

LA AMENAZA ALMOHADE

La decadencia almorávide favoreció el surgimiento de un grupo beréber en los macizos del Atlas, que se rebeló contra los almorávides y formó una confederación de cábilas regentada por dos asambleas de jeques. Tras los violentos combates, los almohades conquistaron el norte de Africa y pusieron sus ojos en al-Andalus. Sus califas adoptaron el título de Miramamolín (Amir ul-Muslimin) o Príncipe de los Creyentes.

   Al rey Alfonso VII de Castilla no se le ocultaba el paralelismo de la nueva situación con la del período anterior. Por lo tanto se propuso evitar el fortalecimiento de los reinos de taifas o el intervencionismo, ya iniciado, de los almohades.

   Alfonso VII logró asegurarse los pasos que comunican Andalucía con la Meseta y en una audaz expedición conquistó el puerto de Almería (1147), pero a la postre la empresa resultaba excesiva para las fuerzas de Castilla e incluso para las del propio rey, que al regreso de una de sus expediciones se sintió enfermo y expiró un caluroso día de agosto bajo una encina del puerto de Fresneda, en Sierra Morena.

   Muerto el rey, toda su obra en Andalucía se desmoronó al instante y sus temores no tardaron en confirmarse. Los almohades atravesaron Sierra Morena y atacaron Castilla: el nuevo rey Alfonso VIII, intentó contenerlos en Alarcos (1195), pero sufrió una tremenda derrota.

   Después de Alarcos Castilla no tenía nada que oponer a la furia africana. Los almohades asaltaron la plaza fuerte de Calatrava, cuya guarnición pasaron a cuchillo, y alcanzaron en sus correrías hasta las puertas de Toledo y Madrid. La línea del Tajo apenas podía contenerlos. Sin embargo el prolongado esfuerzo de uno y otro bando y los aconteceres de la política interior del imperio almohade aconsejaron pactar. En 1197 Castilla y el Miramamolín concertaron una tregua de diez años.

   Alfonso VIII tenía, además, problemas con los reinos cristianos de León y Navarra: pactó con el rey de León para tener el flanco cubierto y luego cayó con todo su poder sobra los dominios de Sancho el Fuerte, rey de Navarra, su recalcitrante enemigo, al que obligó a firmar la paz.

   Después de las rencillas y guerras en el período anterior, el primer lustro del siglo XIII trajo laboriosa calma para todas las partes. Desde el desastre de Alarcos, Alfonso VIII solo vivía para preparar la revancha. En 1209, sintiéndose ya suficientemente fuerte, atravesó la frontera para atacar Jaén y Baeza mientras los freires de Calatrava iban contra Andújar. Después de este preludio bélico, los dos bandos preparaban la guerra.

   Alfonso VIII sólo contaba con la amistad de Aragón y tenía motivos para temer que León y Navarra atacarían su reino por el norte si concentraba su ejercito en el sur. Solamente el Papa podía garantizar la neutralidad de sus enemigos si declaraba Cruzada su guerra contra los almohades, lo que automáticamente obligaría a los otros reinos cristianos a respetar sus fronteras so pena de incurrir en excomunión.

   El Papa Inocencio III accedió. En los púlpitos se toda Europa se predicó la nueva Cruzada para mayo de 1212. Los que concurrieran e ella obtendrían plena remisión de los pecados. Además el Papa excomulgaría a cualquiera que pactara con los mahometanos y ordenó a los reyes cristianos que aplazaran sus discordias personales en favor de la magna empresa común.

   Por la parte almohade los preparativos no eran menos activos. Al-Nasir, el Miramamolín de los almohades, hijo del vencedor de Alarcos y de la esclava cristiana Zahar (flor), salió de Marraquech al frente de un gran ejercito en febrero de 1211. Al-Nasir tenía treinta años. Era, según una crónica árabe, alto, de tez pálida, barba rubia y ojos azules, valeroso, cauto y avaro. No hablaba mucho porque era tartamudo. Se decía que había jurado sobre el Corán conducir a sus tropas hasta Roma y abrevar sus caballos en el Tiber.

   El ejercito almohade se dirigió primero a Rabat y de allí a Alcazarquivir. Mientras tanto sus correos recorrían el imperio instando a los gobernadores a preparar lo necesario para la próxima y decisiva Guerra Santa. El ejercito almohade iba creciendo con las tropas que llegaban de su vasto imperio. Su magnitud planteaba problemas de administración y abastecimiento pero Al-Nasir procuraba enmendar lo yerros y estimulaba a sus colaboradores haciendo decapitar a los funcionarios incompetentes.

   Una potente escuadra aguardaba el ejercito en Alcazar Seguer. En mayo, las tropas cruzaron el Estrecho y desembarcaron en Tarifa adonde solícitos funcionarios de al-Andalus acudieron para homenajear al Miramamolín.

   Pasó un año antes de que los ejércitos se enfrentaran en una acción definitiva. En este tiempo Alfonso VIII hizo una cabalgada por Levante y llegó hasta el mar. Al-Nasir por su parte puso sitio a la plaza fuerte fronteriza de Salvatierra. La fortaleza resistió dos meses de riguroso asedio antes de entregarse. En este tiempo, dice un cronista, las golondrinas que habían anidado en la tienda de Al-Nasir, empollaron y sacaron sus crías a volar. Conquistada la plaza, el Miramamolín regresó a Sevilla e intensificó los preparativos guerreros.

   Poco después de caída Salvatierra falleció el infante Fernando de Castilla, todavía adolescente. La muerte de su hijo bienamado, que ansiosamente esperaba hacer sus primeras armas contra los almohades, apenó profundamente a Alfonso VIII. El rey buscó alivio a su dolor entregándose a una intensa actividad militar mientras duró el buen tiempo, y en invierno se enfrascó en los aspectos diplomáticos de la Cruzada.

LLEGAN LOS CRUZADOS

En la primavera de 1212, los caminos de la Cristiandad se llenaron de cruzados cuya meta era Toledo. Los pobres iban a pie, mendigando por los caminos; los nobles, a caballo, seguidos de sus mesnadas. Entre ellos no sólo concurrían guerreros. También afluían muchedumbres fanatizadas de mujeres, jovenzuelos y personas inútiles para la guerra que acompañarían al ejército expedicionario compartiendo sus privaciones y sometidos a su suerte favorable o adversa.

   El primero en llegar fue el caballeroso Pedro II de Aragón, el amigo de Alfonso VIII, que aportaba tres mil caballeros con su correspondiente acompañamiento de peones. ¿Y los reyes de Navarra y de León? De estos no se esperaba que movieran un dedo para auxiliar a Alfonso VIII. Es más, el de Navarra sólo estaba esperando a que acabasen las treguas concertadas con Castilla para atacarla; el de León, por su parte, hizo saber que sólo se uniría a la Cruzada si le eran devueltos ciertos lugares y castillos fronterizos que reclamaba como suyos.

   A principios de junio llegaron cruzados de ultrapuertos, es decir los de fuera de la Península, capitaneados por el arzobispo de Narbona. Eran en su mayoría franceses aunque también los había italianos, lombardos y alemanes.

   El ejército almohade se puso por fin en movimiento. Subiendo por los antiguos arrecifes romanos y califales que remontan el Guadalquivir llegó a tierras de Jaén y ascendió en busca de los desfiladeros de Sierra Morena. Al-Nasir estaba bien informado sobre la actualidad y calidad de las tropas que se iban reuniendo en Toledo y procedía con cautela. En lugar de atravesar los pasos de Sierra Morena para enfrentarse a su enemigo en Castilla, como hizo su padre cuando lo de Alarcos, decidió mantenerse a la defensiva y dejar que fueran los cristianos los que hiciesen el viaje por la meseta castellana y los desfiladeros del Muradal. Así tendría de su parte dos elementos: el cansancio y desgaste de los cristianos al final de tan dura marcha y un favorable campo de batalla, puesto que os almohades ocuparían posiciones ventajosas y forzarían a los cristianos a aceptar el combate.

   Mientras tanto, en Toledo, los turbulentos huéspedes llegados de Francia no dejaban de causar problemas. El previsor arzobispo había dispuesto que los cruzados acampasen en terreno amable, entre huertas, a orillas del Tajo, apartados del núcleo de la ciudad; pero los extranjeros, sea porque no estaban tan habituados como los peninsulares a la convivencia y respeto con gente de otras religiones o culturas, o simplemente por impaciencia de la sangre y botín que esperaban conseguir en la Cruzada, asaltaron la judería toledana y la saquearon e incluso asesinaron a una parte de sus moradores, lo que llenó de pesar a Alfonso VIII.

   El 20 de junio, el ejército cristiano partió de Toledo camino del sur. En el cuerpo de vanguardia iban ultramontanos guiados por don Diego López de Haro. A los cuatro días de marcha avistaron la aldea y castillo de Malagón, que era de los moros. Inmediatamente se lanzaron al asalto, arrasaron el lugar e irrumpieron en el castillo que los defensores habían ofrecido entregar a cambio de que se respetaran sus vidas, trato común razonable muy al uso de las contiendas peninsulares. Pero los ultrapuertos, herederos de la tradición intolerante de las Cruzadas, pasaron a cuchillo a casi todos los defensores y refugiados que albergaba la fortaleza. Cumplida la jornada, acamparon allí mismo en espera del grueso del ejército con los reyes de Aragón y Castilla, que llegó al día siguiente, 254 de junio. Ya para entonces se manifestaban los problemas de abastecimiento que eran la plaga de toda expedición importante en aquella época.

   En aquella tierra que atravesaban los cristianos, casi despoblada y ayuna de recursos, estas privaciones se acentuaban. Con tales problemas llegaron a las márgenes del Guadiana y buscaron los vados para atravesarlo. En estos lugares de aguas poco profundas los almohades habían esparcido artefactos metálicos de cuatro puntas, los llamados abrojos, que se clavaban en los pies de los peones y caballos inutilizándolos para el combate. Con todo, los cristianos sortearon la vía fluvial que los separaba de Calatrava.

CALATRAVA, LA MANZANA DE LA DISCORDIA

Calatrava era, y aún es en sus ruinas, una importante fortaleza que vigilaba el estratégico paso entre Andalucía y Castilla. En 1158, los templarios que la guardaban se reconocieron incapaces de contener el empuje musulmán y la abandonaron. Entonces un grupo de caballeros y de monjes cistercienses se establecieron en ella y la defendieron de los almohades. Esta fue el origen de la Orden de Calatrava, orden monástico-militar que el Papa aprobó en 1164. Sin embargo, a la muerte de Alfonso VII, el convento-fortaleza fue conquistado por los almohades.

   El ejército cruzado acampó cerca de Calatrava y durante tres días sus jefes estudiaron un plan de ataque. Todos estaban de acuerdo en que no era prudente dejar a sus espaldas una plaza tan importante y buen abastecida que, además, estaba defendida por el andalusí Abu Qadis, experto guerrero de la frontera. Por lo tanto debían tomar el castillo. El día 30 de junio lo atacaron violentamente y lograron conquistar su parte más accesible. Los defensores parlamentaron y Alfonso VIII les concedió franquicia para retirarse salvando sus vidas y algunos bienes. Este acuerdo indignó a los cruzados extranjeros que ya contaban con repetir la degollina de Malagón. Por otra parte, venían muy quejosos de las calores excesivas del mes de junio, de las arideces de la meseta y de las privaciones que desde hacía unos días venía sufriendo el ejército cristiano, a todo lo cual estaban más acostumbrados los peninsulares. Por estas causas, el 30 de junio, la mayoría de los extranjeros se retiraron de la Cruzada y regresaron a sus países de origen. Los más exaltados pretendían tomar Toledo, la capital desguarnecida de Castilla, para vengarse de Alfonso VIII, pero finalmente se conformaron con ir saqueando las juderías de las poblaciones por donde pasaban. Otros se dirigieron a Santiago de Compostela para ganar la peregrinación y no hacer el viaje en balde; todos, en fin, se perdieron por los caminos del Pirineo tal como habían aparecido. Un historiador calcula que la deserción de los ultramontanos redujo al ejército cristiano en un tercio de sus efectivos. La perdida mas grave no fue, sin embargo, el número, sino la calidad, pues muchos de ellos eran veteranos de guerra y soldados profesionales.

   En Calatrava, ya recuperada para su Orden, descansaron los ejércitos de Castilla y Aragón y se repusieron de hambres pasadas, pues habían encontrado la fortaleza bien avituallada. Allí se les unieron doscientos caballeros navarros al mando de Sancho el Fuerte, que había decidido deponer temporalmente su rencor y enemistad con el castellano para participar en la Cruzada.

   A dos jornadas de camino estaba Alarcos, a pocos kilómetros de la actual Ciudad Real. Muchos recuerdos tristes debieron de acudir a la memoria de Alfonso VIII a la vista de aquellos campos yermos. En ellos los almohades habían machacado literalmente a su flamante ejército diecisiete años atrás. Durante todo este tiempo el fantasma de Alarcos había perseguido al rey castellano, había mediatizado sus actos y había alimentado su sed de venganza. Otro responsable de Alarcos compartía los sentimientos de Alfonso VIII y volvía a contemplar con él, después de tantos años, el escenario de su desdicha: don Diego López de Haro, el belicoso señor de Vizcaya al que muchos hacían responsable de aquella infamante derrota. Después del abandono de los ultramontanos ninguno de los dos personajes estaría completamente seguro de no estar encaminándose a otro Alarcos de dimensiones aún mayores.

   Los días 7, 8, 9 de julio los cruzados acamparon a la vista de Salvatierra, otro antiguo castillo cristiano en poder de los musulmanes. Allí pasaron revista a sus efectivos y se prepararon para la batalla.

   Mientras tanto llegaban informes del ejército almohade. Al-Nasir esperaba a los cristianos a pocos kilómetros de allí, al otro lado de las gargantas del Muradal, donde había montado sus campamentos en estratégicas posiciones.

   El grueso del ejército almohade se había asentado frente al desfiladero de la Losa, garganta rocosa tan áspera y difícil que \"mil hombres podrían defenderla de cuantos pueblan la tierra\". El ejército cristiano había de recorrer forzosamente este camino.

   El día 11, los cristianos acamparon en las Fresnedas. Don Diego López de Haro envío a su hijo don Lope con un destacamento a las alturas del puerto del Muradal, hoy Despeñaperros, para que reconociese el terreno y ocupase la pequeña meseta que allí existe. Los expedicionarios ganaron rápidamente las alturas y avistaron el castillo de Ferral, adelantado de Sierra Morena, donde se había instalado la avanzada almohade que vigilaba el desfiladero de la Losa. En cuanto descubrieron a los cristianos, los almohades salieron a hostigarlos.

   Al día siguiente, 12 de julio llegó el ejército cristiano al pie de Sierra Morena y nuevas tropas reforzaron a la vanguardia instalada en la meseta del Muradal. Al amanecer del día 13, el resto del ejército se les unió y acampó en la llanada. Los vigilantes almohades abandonaron prudentemente el castillo del Ferral y se replegaron hacia el sur.

   Los dos ejércitos estaban separados solamente por el desfiladero de la Losa fuertemente custodiado por los almohades. La situación de los cristianos era delicado. Sus enemigos podrían hacer, son dificultad, una carnicería de cualquier ejército que se aventurase por aquellas angosturas. Por otra parte, el paraje donde habían acampado los cruzados era áspero e inhóspito.

   Quizá lo más sensato fuera abandonarlo lo antes posible y bajar de nuevo al llano porque, además, los víveres escaseaban nuevamente. Avanzar hacia el ejército almohade a través de la mortal ratonera de la Losa era suicida. Hubo consejo de reyes y señores. Los más prudentes proponían desandar lo andado, descender al pie de la sierra y buscar otro paso que atravesara las montañas.

   Pero Alfonso VIII temía que esta retirada acabara por agotar y desmoralizar a sus huestes. Por otra parte, lo más probable era que los almohades guardaran igualmente todos los pasos de la comarca. No había alternativa. Tratarían de forzar el desfiladero de la Losa yendo en línea hacia el enemigo. La perspectiva de repetir lo de Alarcos debió de amargar aquel día a muchos veteranos

EL PASTOR DE LAS NAVAS

Los cristianos necesitaban un milagro y el milagro ocurrió. Al menos eso sostiene la tradición. Ante Alfonso VIII se presentó un pastor que decía conocer un paso seguro que los almohades no vigilaban. Nada se perdía con probar. Don Diego López de Haro y un destacamento de exploradores acompañaron al rústico que los llevó primero hacia el oeste y luego hacia el sur, a través de los actuales parajes del Puerto del Rey y Salto del Fraile. Así fueron a salir, esquivando los relieves más comprometidos de aquellas montañas, a la explanada de la Mesa del Rey, donde se establecieron. Don Diego López de Haro comunicó al rey que el paso del pastor era perfecto, justamente lo que necesitaban. En cuanto amaneció el día siguiente, el grueso del ejército levantó el campamento y fue a acampar en la Mesa del Rey.

   Por fin se encontraban los dos inmensos ejércitos frente a frente sin obstáculo natural que los separase. Perdida su ventaja inicial, Al-Nasir decidió plantear la batalla lo antes posible para evitar que los cansados cristianos y sus caballos se repusieran de las fatigas de la caminata. Formó pues a su ejército en orden de combate, se situó favorablemente sobre el terreno y envió columnas de caballería y arqueros para que hostigaran a los cristianos en sus posiciones. Pero los reyes cristianos no mordieron el anzuelo y la actividad bélica de la jornada se redujo a pequeñas escaramuzas sin importancia.

   Al día siguiente, domingo, 15 de Julio los almohades amanecieron formados en orden de combate y se mantuvieron de esta guisa hasta mediodía, pero los cristianos eludieron nuevamente el encuentro y se contentaron con escaramuzar. Los adalides de uno y otro bando analizaban la fuerza y disposición del adversario y tomaban las medidas oportunas para asegurarse la mejor fortuna en la batalla campal que se avecinaba.

LOS EJÉRCITOS ENFRENTADOS

Pocos conseguirían conciliar el sueño en los campamentos de las Navas la noche del día 15 de Julio de 1212. Unos y otros contemplarían el parpadeo de las luces del campamento enemigo mientras esperaban impacientes la amanecida del día decisivo. Todavía era de noche cuando en el campamento cristiano circuló la orden de prepararse para el combate. Pasaron los clérigos administrando la absolución a los cruzados que aprestaban arreos y armas.

   Cuando clareo el día ya se habían desplegado las fuerzas. En el campo cristiano tres cuerpos de ejército dispuestos en línea ocupaban la llanura. El central estaba formado por las tropas de Castilla; a su izquierda, las de Aragón con Pedro II al frente y a la derecha los navarros de Sancho el Fuerte. Las dos alas habían sido forzadas con tropas de varios concejos castellanos. Cada uno de estos cuerpos estaba a su vez dividido en tres líneas ordenadas en profundidad.

   La vanguardia del cuerpo central, que sería el eje de la lucha, iba mandada por el veterano don Diego López de Haro. En la segunda línea se ordenaban los caballeros templarios, al mando del Maestre de la Orden, Gómez Ramírez; los caballeros hospitalarios, los de Uclés y los de Calatrava.

   En la retaguardia iba Alfonso VIII acompañado por el arzobispo de Toledo y otra media docena de obispos castellanos y aragoneses y probablemente también por el arzobispo de Narbona. Los nobles caballeros y freires de las órdenes militares eran guerreros profesionales y se hacían acompañar de peones y servidores igualmente experimentados, pero a las tropas de los concejos, aportadas por las ciudades castellanas, les faltaba experiencia guerrera y entrenamiento. Por eso se había dispuesto que combatieran mezcladas con las tropas profesionales. De este modo la calidad sería más homogénea y la infantería y la caballería se prestarían mutuo apoyo.

   El ejército almohade presentaba también tres cuerpos: en el primero un núcleo de tropas ligeras; en el segundo, el heterogéneo conjunto del ejército integrado por voluntarios de todo el dilatado imperio, incluyendo a los contingentes de al-Andalus; en la retaguardia, los almohades propiamente dichos ocupando la ladera del cerro de los Olivares en cuya cima Al-Nasir había plantado su emblemática tienda roja, en el centro de una fortificación de campaña construida por una amplia empalizada de troncos unidos y reforzados por cadenas. Este ingenio desempeñaba el papel de las alambradas en la guerra moderna. Defendía la empalizada una nutrida guardia de voluntarios armados de picas, arcos y hondas. Es de notar que muchos de éstos estaban atados por los muslos y enterrados hasta las rodillas. Al-Nasir, sentado sobre su escudo a la puerta de la tienda, leía el Corán e impetraba la protección de Alá en el apurado trance de aquella batalla decisiva.

UNA INFINITA MUCHEDUMBRE

¿Cuantos combatientes se enfrentaron en las Navas de Tolosa? Los cronistas árabes hablan de seiscientos mil combatientes musulmanes y de una innumerable muchedumbre de cristianos. Los cristianos se refieren a casi doscientos mil jinetes musulmanes y la consabida infinita muchedumbre de peones. Modernos estudiosos de la batalla cifran los efectivos almohades entre 100000 y 150000 combatientes (probablemente el primer número se más exacto que el segundo) y los cristianos entre 60000 y 80000. Incluso admitiendo las cifras más modestas, hemos de reconocer que el choque debió ser de los más espectaculares y sangrientos de la historia medieval.

   En general puede decirse que los cristianos estaban mejor armados que los musulmanes, especialmente en lo tocante a armamento defensivo: escudos, cotas de malla y yelmos de metal o cuero. El ofensivo abarcaba una amplia panoplia: lanza, espada, cuchillo, maza o hacha, alabarda, arco y honda. Por la parte almohade el armamento defensivo se limitaba prácticamente al escudo. Sus peones iban provistos de lanzas y espadas, azagayas, arcos y hondas. El predominio de las armas arrojadizas en el campo musulmán se refleja en las enormes reservas de flechas y venablos que cayeron en manos de los cristianos. El arzobispo de Narbona calculó que dos mil acémilas no serían suficientes para transportar las cajas de flechas encontradas.

   La táctica empleada por los ejércitos almohade y cristiano se basaba en concepciones del arte militar diametralmente opuestas y ambas igualmente eficaces. Por la parte cristiana, Alfonso VIII había tenido mucho tiempo para meditar sobre las enseñanzas de Alarcos. Además conocería las contramedidas que los cruzados habían desarrollado en Siria y Palestina para hacer frente a similares tácticas musulmanas. Frente al formidable bloque de la caballería cristiana que cargaba frontalmente en compacta formación, los musulmanes oponían tropas ligeras capaces de dispersarse ágilmente en todas direcciones, hurtando el blanco a la acometida enemiga, para luego agruparse y desplazándose rápidamente, envolver el enemigo y devolver el golpe en sus puntos vulnerables, la retaguardia y los flancos. Algo parecido ocurrió en Alarcos: los almohades desorganizaron las tropas de los concejos que formaban las alas del ejército castellano y rodearon al núcleo de la caballería atacándolo por los lados. Por eso, en las Navas, Alfonso VIII dispuso que los concejos combatieran mezclados con guerreros profesionales, freires o caballeros. Además reforzó convenientemente los bordes exteriores de las alas.

   El plan de combate de los reyes cristianos debía algo a la experiencia ajena, a los cruzados de Siria. Después del encuentro de Doriela, que enfrentó por vez primera en batalla campal a cruzados y turcos en 1097, los cristianos desarrollaron nuevas tácticas para evitar que las ligeras y ágiles tropas musulmanas los cercaran. Bohemundo, el gran táctico cristiano, ideó proteger los flancos del ejército con obstáculos naturales, conservar la formación cerrada para evitar el desmoronamiento de las líneas y sobre todo, mantener un cuerpo de reserva con el que atacar al enemigo cuando intentara cercar al cuerpo principal. En Palestina, la reserva era mandada por Bohemundo personalmente. En las Navas de Tolosa vemos a Alfonso VIII al frente del cuerpo de retaguardia. De la oportuna intervención de esta reserva, ni demasiado pronto ni demasiado tarde, dependía el resultado de la batalla.

EL EJERCITO DE AL-NASIR

El dispositivo almohade no era menos formidable que el cristiano. Tropas de las más variadas procedencias, representantes de cada cábila y tribu del imperio, habían convivido durante un año y medio y se habían preparado para este encuentro. El plan de batalla almohade era simple, tópico y efectivo.

   Primero sus tropas ligeras desorganizarían y cansarían al enemigo. En la vanguardia pondría sus peores tropas, la muchedumbre de fanáticos voluntarios árabes, bereberes, almohades y andalusíes atraídos por la Guerra Santa, los que aspiraban a ganar el Paraíso. Mientras los cristianos se cebaban en esta carne se cañón y la perseguían hasta posiciones desventajosas, los hábiles arqueros de Al-Nasir sembrarían la muerte en las líneas castellanas. Cuando el enemigo estuviera cansado y en terreno desventajoso, entrarían en combate los almohades para dar el golpe de gracia. Si alguna carga de los cruzados llegaba hasta el cuerpo de zaga o retaguardia almohade, las formidables defensas de su palenque y la guardia bastarían para detenerla.

   Los componentes de la guardia del palenque no eran, como sostiene la tradición historiográfica cristiana, desgraciados esclavos negros encadenados unos con otros para evitar su huida y obligados a combatir hasta la muerte. Más probablemente se trataba de fanáticos voluntarios, los llamados imesebelen (desposados) los que, ligados por un juramento, ofrecían sus vidas en defensa del Islam y se hacían atar por las rodillas para asegurarse de que se sacrificarían llegado el caso. La de los imesebelen es una institución que ha perdurado hasta nuestros días. Escribe Huici: \"Los franceses han sido muchas veces testigos de su valor en las campañas argelinas. En 1854 dos columnas francesas penetraron en la Gran Cabilia y encontraron soldados desnudos hasta la cintura, vestidos tan sólo con un calzón corto y atados unos a otros por las rodillas para no huir: eran los imesebelen a quienes había que rematar a bayonetazos sin conseguir que se rindiesen\"

   Una fuente árabe sostiene que en las Navas combatieron diez mil arqueros Agzaz. Esta tribu de arqueros turcos había llegado al imperio almohade, vía Egipto, unos veinticinco años atrás. El padre de Al-Nasir, el vencedor de Alarcos, uno de los más expertos generales de su tiempo, los incorporó a su ejército y los pagaba espléndidamente. El secreto de los arqueros turcos radicaba en sus arcos especialmente potentes y en la táctica que empleaban. Podían disparar con el caballo a todo galope y en cualquier dirección. Fueron, en Siria y Palestina, la pesadilla de los cruzados hasta que estos desarrollaron tácticas capaces de contrarrestar sus ataques. Es evidente que los servicios de información de ambos ejércitos funcionaban a la perfección y que cada bando conocía de antemano los efectivos del contrario y el uso que probablemente haría de ellos. Los dos estados mayores tomaron las contramedidas oportunas, aunque el cristiano se probó más acertado al adoptar las tácticas avaladas por los cruzados en Oriente.

COMIENZA LA BATALLA

Cuando amaneció, los dos ejércitos estaban formados frente a frente a una cierta distancia. En la vanguardia del cristiano, capitaneando sus tropas de choque, don Diego López de Haro escuchaba esta advertencia de labios de su hijo: \"Padre, que lo hagáis de modo que no me llamen hijo de traidor y que recuperéis la honra perdida en Alarcos\". A lo que el viejo guerrero respondió: \"Os llamaran hijo de puta, pero no hijo de traidor\". (Lo decía don Diego porque su esposa era de costumbres libres y lo había abandonado.) Don Lope prometió a su padre: \"Seréis guardado por mi como nunca lo fue padre de hijo, y en el nombre de Dios entremos en batalla cuando queráis\".

   La caballería cristiana capitaneada por don Diego cargó por la pendiente de la Mesa del Rey abajo al encuentro enemigo. El terreno era difícil, cubierto de monte bajo, arbolado y tajado por un barranco. Al choque, las avanzadas musulmanas se deshicieron y dispersaron como si huyeran, sin dejar ni un muerto en el campo, y los cristianos prosiguieron su galopada en busca del blanco firme que se ofrecía en los altozanos contiguos, donde estaba apostada una muchedumbre. Allí se produjeron los primeros choques pero los atacantes atravesaron esta segunda línea sin mayor dificultad y todavía les quedó impulso para arremeter contra el grueso del ejército almohade.

   El terreno favorecía a los musulmanes, que estaban en alto. Los cristianos llegaban a ellos cansados por la cabalgata y desorganizados por los previos encuentros. Por otra parte, las tropas que los esperaban eran de mejor calidad que las de vanguardia. No sólo rechazaron el ataque fácilmente sino que contraatacaron pendiente abajo con gran grita y ruido de los tambores de la zaga y obligaron a los cristianos a ceder terreno. Las tropas de los concejos comenzaron a desmayar, la situación no podía sostenerse ni siquiera con los refuerzos que llegaban de la segunda línea de los cruzados. Fatalmente la vanguardia cristiana se había desorganizado y desmoronado ante el empuje almohade.

   Hasta este punto rodo parecía desarrollarse con arreglo a la estrategia musulmana. Desde su puesto en la tercera línea, el rey Alfonso VIII contemplaba, entre la polvareda lejana, la retirada de las banderas de sus tropas. Creyó distinguir entre ellas el pendón de don Diego López de Haro y volviéndose al arzobispo de Toledo que a su vera estaba, comentó con disgusto: \"Mirad como vuelve la seña de don Diego\" Andrés Roca, ciudadano del concejo de Medina del Campo, escuchó lo que el rey decía y le replicó: \"Cierto no es aquella la seña de don Diego, mas mirad adelante y veréis vuestra seña y don Diego con la suya. Los que huyen los villanos somos, que los hidalgos no, que aquella que huye la seña es de Madrid\". Por menospreciarlos ante el rey con estas palabras, los aludidos asesinarían luego a Andrés Roca.

   Don Diego y los suyos se mantenían a pie firme sin ceder terreno, pero era evidente que las dos primeras líneas cristianas, asaltadas desde mejores posiciones por los veteranos almohades y penetradas y envueltas por caballería ligera del enemigo, se hallaban en desesperada situación, desorganizadas y al borde del colapso. Además, ofrecían un blanco casi inmóvil a los arqueros y hondero se Al-Nasir. Estaba claro que las fuerzas cristianas en liza no podrían, por si solas, salvar la situación. Alfonso VIII creyó llegado el momento de dirigir la carga decisiva, de cuyo resultado dependía la suerte de la jornada.

   Según la crónica, el rey dijo al arzobispo de Toledo: \"Arzobispo, vos y yo aquí muramos\". Y sin más plática cargaron al frente de la tercera línea para socorrer a los que estaban batallando en la ladera del palenque del Miramamolin. Al propio tiempo, sincronizando su movimiento con el del cuerpo central, entraban en combate las reservas de las alas, al mando de los reyes de Aragón y Navarra.

LA CARGA DE LOS TRES REYES

Tal como se había planteado el encuentro del lado cristiano, esta carga tenía que ser la última y decisiva. De que fuese capaz de perforar todo el dispositivo almohade dependía la suerte final de la batalla. Si era frenada y perdía su conexión hasta verse infiltrada y desorganizada por los elementos ligeros musulmanes, como había ocurrido con los destacamentos precedentes, era seguro que la nueva derrota dejaría en mantillas al desastre de Alarcos. Los historiadores cristianos rodean la acción de Alfonso VIII de una aureola de heroísmo, como si en el supremo instante su decisión y valentía personal hubiesen salvado una batalla que estaba perdida. En realidad, como estamos viendo, la batalla no estaba decidida sino que iba discurriendo, por uno y otro bando, con arreglo a planes preconcebidos y cuidadosamente ejecutados.

   Los cruzados jugaban su última carta que era la carga definitiva de cuy éxito todo dependía. A esta oponían los musulmanes la resistencia pasiva pero formidable de una de las fortificaciones de campaña calculadas para sustituir con ventaja la falta de una caballería pesada.

   La carga de los tres reyes enfiló su objetivo y cruzó el campo de batalla sin perder cohesión: con su ímpetu inicial apenas mermado llegó al palenque del Miramamolín. De aquel momento supremo y verdaderamente decisivo del combate apenas tenemos noticias fiables. Fuentes tardías sostienen que fue Sancho el Fuerte de Navarra el primero en romper las cadenas y pasar la empalizada, lo que justifica la incorporación de cadenas al escudo de Navarra, pero el caso es que las cadenas y palos ardiendo aparecen en los escudos nobiliarios de muchas casas que podrían blasonar igualmente de la hazaña. Lo más probable es que la empalizada, directamente atacada en toda su extensión, fuese penetrada simultáneamente por vario lugares. Los imesebelen sucumbieron en sus puestos, fieles a su promesa.

   El degüello dentro de la fortificación del Miramamolín fue terrible. El hacinamiento de defensores y atacantes en este punto y la coincidencia de estar dilucidando la suerte suprema de la batalla, espolearía el desesperado valor de unos y otros. Pero no existía en aquella época ninguna forma humana de detener una carda de caballería pesada cuando se abatía sobre un objetivo fijo y lograba el cuerpo a cuerpo (todavía no se había divulgado en Europa el arco largo galés y las armas de fuego que darán al traste con la caballería en los dos siglos siguientes, como en su momento veremos). En las Navas, los arqueros musulmanes, principal y temible enemigo de los caballeros, principalmente por la vulnerabilidad de sus caballos, no podrían actuar debidamente, cogidos ellos mismos en medio del tumulto. La carnicería en aquella colina fue tal que después de la batalla los caballos apenas podían circular por ella, de tantos cadáveres como había amontonados. El ejército de Al-Nasir se desintegró. En la terrible confusión cada cual buscó su propia salvación en la huida

EL ALCANCE

Lo que sucedió al enfrentamiento no fue menos terrible que el propio combate. El \"alcance\" que coronaba la batalla medieval dio comienzo. La caballería cristiana, dispersa en pequeños destacamentos, prosiguió su carrera alanceando y derribando a los fugitivos. La cifra de bajas almohades fue tan crecida porque en el alcance perecieron casi tantos hombres como en el combate propiamente dicho. Perseguidos y perseguidores atravesaron el abandonado campamento almohade y prosiguieron hacia el sur. Los fugitivos intentaban refugiarse en la fortaleza de Vilches, la más cercana al lugar de la batalla. Un cronista tardío escribe: \"Hallaban a los moros en las encinas y en los alcornoques y allí les daban muchas lanzadas y así los derribaban\".

  Los jefes cristianos habían prohibido, bajo pena de excomunión, dedicarse al saqueo de los despojos y campamento enemigos antes de que los almohades hubiesen sido completamente exterminados. Esta medida estaba plenamente justificada: sabían por experiencia que algunas batallas que parecían ganadas se comprometían o acababan en franca derrota por causa de la codicia de la soldadesca que , creyendo favorablemente decidido el combate, desatendía la lucha por saquear las tiendas de los vencidos.

  Sofocada toda resistencia almohade, los cruzados se precipitaron sobre el bien abastecido campamento enemigo, ya arrasado y en completa confusión, en busca de objetos valiosos, oro, plata, seda y vestidos, además de armas, caballos y vituallas. De todo hallaron en cantidad -- exagera probablemente el cronista-- que, aunque cada uno tomó lo que quiso, dejaron todavía mas de lo que cogieron.

  Mientras tanto, el arzobispo de Toledo y los otros obispos y clérigos que acompañaban a la expedición entonaron el Te Deum Laudamus en el mismo campo de batalla, en acción de gracias por la victoria.

  Antes de que anocheciera, los cristianos levantaron el campamento de la Mesa del Rey y lo trasladaron al emplazamiento donde había estado el campamento almohade. Luego sepultaron a sus muertos.

  Nadie contó los cadáveres de sarracenos que quedaron en el campo para pasto de alimañas. Los cronistas cristianos cifran los muertos en unos cien mil, lo que parece exagerado. Por el lado cristiano, hablan de veinticinco o treinta muertos, una cifra absolutamente inaceptable que sólo se explica por el deseo de revestir el encuentro con el carisma de lo milagroso. También aseguran que, a pesar de la espantosa carnicería producida, no se encontraron en el campo manchas de sangre. En cuanto al pastor que mostró a los cristianos un paso alternativo del desfiladero de la Losa, aseguran que era un ángel del cielo o San Isidro labrador en persona (otros dicen que era humano y se llamaba Martín Halaja).


A SANGRE Y FUEGO  

El ejército cristiano descansó en su nuevo campamento durante dos noches y un día. Durante este tiempo los vencedores alimentaron sus hogueras con lanzas, arcos y flechas almohades recogidos en el campo o en los depósitos capturados. A pesar de ello, sólo se pudieron deshacer de una mínima parte del material disponible.

  El miércoles 18, los cruzados trasladaron el campamento más al sur probablemente porque, con los valores de julio, la putrefacción de los cadáveres se había acelerado y el hedor llegaba a las tiendas. Algunos destacamentos tomaron los cercanos castillos de Vilches, Baños y Tolosa y degollaron a sus defensores y a los fugitivos de la batalla refugiados en ellos.

  Las noticias de estas matanzas sembraron el terror en la región. Cuando el ejército cristiano llegó a Baeza, tres días después de la batalla, encontró la ciudad despoblada e excepción de algunos ancianos e impedidos que se habían acogido a la mezquita mayor. Los conquistadores incendiaron el templo con cuanto contenía.

  Al día siguiente los cruzados cercaron Ubeda, ciudad populosa y bien defendida pero abarrotada de refugiados. Los cristianos dejaron pasar un día sin atacar, escrupulosos observadores del domingo, y el lunes 23 asaltaron las murallas por varios puntos simultáneamente. El Rey de Aragón consiguió desmoronar una torre minando sus cimientos. Los cruzados irrumpieron por la brecha e invadieron la ciudad. Los musulmanes que pudieron se refugiaron tras una segunda línea defensiva que cercaba el barrio alto de la ciudad y ofrecieron a los cristianos comprar la paz y sus vidas mediante fuerte rescate. Los tres reyes accedieron a cambio del pago de un millón de maravedíes en oro, una enorme suma imposible de reunir por los sitiados. Pero estos desgraciados tenían un problema aún mayor: las dignidades eclesiásticas que formaban parte de la expedición y velaban por el cumplimiento de sus ideales de cruzada hicieron saber que los cánones eclesiásticos prohibían todo trato con infieles. Por lo tanto Ubeda fue destruida y su población degollada después de espigar los que valían para esclavos.

  Con la base del sistema defensivo almohade completamente desmantelada parecía que la conquista del resto de Andalucía era empresa fácil y hacedera. Pero una epidemia de disentería, causada por la falta de higiene y el calor, a la que cabría añadir el agotamiento de la tropa (no sólo de la batalla y los asedios sino también de sus excesos con las moras cautivas), postraron en sus tiendas a gran número de cruzados. Hubo que suspender la expedición.

  Cubiertos de gloria y cargados de botín, los expedicionarios desandaron lo andado y regresaron a Castilla. La conquista de la fértil Andalucía quedaba aplazada para mejor ocasión.

  Alfonso VIII, embriagado por la gloria de su señalada victoria y cumplidamente vengado de Alarcos, entró triunfalmente en Toledo y derramó bienes y promesas sobre cuantos habían contribuido a la Cruzada. El rey de León, que no sólo no lo había apoyado sino que, aprovechando la escasa guarnición de la frontera castellana, le había tomado algunos lugares, temía que Alfonso VIII cayera sobre él con su victorioso ejército. Pero Alfonso generoso y magnánimo, no sólo le ofreció la paz sino que renunció a sus derechos sobre los lugares en disputa. A Sancho de Navarra, su enconado enemigo, que había asistido a las Navas, también le entregó los castillos y lugares fronterizos que codiciaba.

  La batalla de las Navas de Tolosa maraca un hito en la historia de España: alejó el peligro de una invasión musulmana de los reinos cristianos y contribuyó, aunque no de modo tan decisivo como se pretende, al desmembramiento y ruina del imperio almohade. Además hizo saltar el cerrojo de la puerta de Andalucía y consolidó la frontera castellana en Sierra Morena facilitando las grandes conquistas castellanas en el siglo XIII.

  Al-Nasir nunca se repuso del desastre de las Navas. Abdicó en su hijo, se encerró en su palacio de Marraquech y se entregó a los placeres y al vino. Murió, quizá envenenado a los dos años escasos de su derrota. Alfonso VIII sólo lo sobrevivió unos meses. Pedro II de Aragón, el rey caballero, pereció al año siguiente en la batalla de Muret, combatiendo a los cruzados que Inocencio III había convocado contra los herejes albigenses (Pedro II estaba auxiliando a su cuñado Raimundo IV de Tolosa), Sancho el Fuerte de Navarra sobrevivió veintidós años a la batalla. Al final de su vida, atacado de alguna especie de neurastenia \"a causa de su mucha grossura y de la poca salud que tenía\", se recluyó en su palacio de Tudela, donde permaneció encerrado hasta su muerte en 1234.                    
RECUERDA: SER HETERO TAMBIEN MOLA

_LoKy_

#7
La batalla de las Navas de Tolasa fue la mayor batalla de toda la edad media, inclusive su espectacular carga de caballeria pesada en donde nunca antes se habían reunido tantos caballeros juntos.
Hya que recordar que como dice el texto, una carga de caballeria era tan demoledora que una vez en marcha no se podía parar y ni mucho menos cambiar de dirección.
Para haberlo visto!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!  :cheer:                    
RECUERDA: SER HETERO TAMBIEN MOLA

_LoKy_

#8
Don Antonio Quintanilla

Nace en Cantabria en 1787, y a la temprana edad de 14 años marcha a Chile, desde pequeño ya destaca como una figura en las matemáticas y absorve todo tipo de conocimientos, a esa misma edad empieza a trabajar como Comerciante en Santiago de Chile.

Tras tener una vida llena de dinero y buenos negocios, y al empezar la guerra de Independencia, se declara partidario del Rey.

Pero centrándonos un poco en su vida militar, asciende a teniente rápidamente al verse su capacidad como militar, en varias batallas se distingue como un gran táctico, salvando varias veces al ejército real de verdaderos desastres. Sin embargo...es la envidia la que le aparta del frente y le manda a los Andes, donde (recordemos que no tenía formación militar) comienza a devorar manuales militares y hace un compendio de tratados sobre el entrenamiento de sus soldados, que por otra parte, le adoraban.

Se juntó con Ildefonso Echegarai, otro militar español que causó pavor con sus guerras de guerrillas entre los patriotas. Son ellos dos, los que predicen el desastre realista de Chacabuco, dejando escrito que por culpa de Marcó del Pont y el brigadier Rafael Maroto se pierde la iniciativa en Chile.

Lejos de irse, por causas de la vida es destinado a la Isla de Chiloé, que junto a la Plaza del Callao (defendida por Rodil), es la última plaza de España en SudAmérica.

Aquí viene donde don Antonio Quintanilla llena de gloria una de llas páginas quizas más desconocidas de la Historia de España, durante 8 años resiste dos invasiones a la isla (en una de ellas, destrozó al ejército de Lord Cocrhane), estando totalmente aislado, con poco mas de 1000 soldados y con una población por casi total indígena.

Para subsistir, hizo capturar una embarcación rebelde y la nombro \"El Corsario Quintanilla\", la cual impuso respeto hasta a los comodoros ingleses que iban tras ella, su palmares de corsario es impresionante si tenemos en cuenta la situación de total aislamiento, la eficacia de este buque al servicio de la corona es tal que se cifra en unos 296.057 pesos y 7 reales, y esto es solo la mitad de lo que fué a parar a la defensa de Chiloé, la otra mitad se fué en pagar sueldos y subir el nivel de vida de la sitiada isla....pero es que este hombre no sólo logró hacer subir el nivel de vida, si no que le hizo muy superior a la de sus homólogos continentales, en este tiempo, Quintanilla (que ya veía como su situación era desesperada) rechazó todo tipo de ofertas de rendición, así como el poder irse a España con los bolsillos llenos de oro.

Cuando el corsario Quintanilla fué apresado por un buque frances, Quintanilla, lejos de rendirse, logró hacerse con otro barco al cual le puso el nombre de \"General Valdés\", aunque este buque poco duró.

En 1824, el chileno Ramón Freire lanza a 3.000 hombres y 8 buques a la conquista de Chiloé, Quitanilla y sus ya 700 soldados no solo resisten el envite, sino que les causa mas de 1000 bajas a los chilenos, desisitendo estos de volver por un tiempo.

Pero como el desenlaze es casi inevitable, Ramón Freire vuelve con 3.600 hombres, dos fragatas (Lautaro y O´higgins), dos corbetas (Independencia) y dos bergantines (Galvarino y Aquiles), logrando desembarcar sus hombres. Quintanilla forma con sus pocos hombres una linea de defensa, mas 6 barzacas armadas con un simple cañón, despues de 8 años de aislamiento, sin apenas fondos y con la comida escasa, y tras oir la petición de rendición por parte de sus enemigos, Quintanilla manda este mensaje:

\"No hay razón que me pueda obligar a dejar de cumplir con mis deberes para con el Rey, Excúsese V.E de amenazas que mira muy lejos de poder cumplirlas\"

Tras el combate, y con lo desesperada de la situación, acepta la capitualación, ganándose el respeto y admiración de Freire, que se pone a su servicio personal para lo que le haga falta. Es tanto el prestigio de Quintanilla, que aún negándose a jurar que no volverá a luchar Chile, es traido a España, a su localidad de origen (Cantabria).

El 19 de enero de 1826, se arria la última bandera española en Sudamerica, habiendo sido defendida durante 8 largos años, situados y con pocos recursos, viviendo de las incursiones y del poco comercio con otros países, ganándose la simpatía de los naturales de Chiloé, y forjando una de las mas gloriosas páginas de la historia de España.

Al llegar a España se encuentra con la desidia de los militares españoles (la envidia...la eterna envidia), no se le reconocen el grado de Mariscal hasta 10 años despues, no se le reconoce su matrimonio contraido en América, no se le dan destinos acordes con su grado, ni siquiera le pagan lo estipulado, es destituido sistemáticamente simplemente por ser un militar forjado en América, y como otros muchos valientes españoles, cae en el olvido.

Y aún en esta situación, es capaz de quedarse junto a Isabel II en un levantamiento contra ella, dispuesto a defender con su vida lo que siempre defendió, es la Reina la que le dice: \"Muchas Gracias, Quintanilla, te estoy muy agradecida, pues he visto que has pasado toida la noche a la puerta de mi cámara y que sólo tu y otro General han concurrido para defenderme\".

El honorable Quintanilla, cuya humildad y valentía fué lo que le hicieron resistir tantos desafios, solo contestó: \"Sólo he cumplido he cumplido como un fiel subdito, este es el broche de oro para un militar que más allá del desprecio de los de su casta y su olvido, creía en el sistema y daba su vida por defenderlo.

En el año 1863, muere el Mariscal Quintanilla a la edad de 76 años, fué distingido con: La Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, nombrado Comendador de Isabel la Católica, distinguido con la Cruz de la Batalla de Rancanagua y otras cruzes por las acciones de Agüí y Mecopolli, así como un Escudo por el sitio de Chillán.

Todos los historiadores que han tratado de el, destacan como sus cualidades su preparación cultural (incluido su forma autodidacta de aprender el oficio de la guerra), su humildad, altruismo e integridad moral, y una grandísima confianza en sí mismo.

Un hombre que se hace cargo de Chiloé y nada mas llegar quema las barcazas que tenían preparadas para escapar sus antecesores, un hombre que logra victorias, un hombre que ante todo, defendió su Patria hasta muchísimo mas allá de su deber.

Como postre a su vida, en 1926 el ejército Chileno homenajeó y honró al Mariscal Quintanilla, construyendo un obelisco en el figura un medallón con su efigie, y un poeta chileno escribió esto sobre el:

\"Tu Fuiste el último adalid de España
El varonil e hidalgo realista
Que supo resisitir a la conquista
En el rincón de aquella tierra extraña
Perduran hoy tu lealtad y hazaña,
Hijas de tu sentir idealista
Vencido de Pudeto y Bellavista,
Luchando por tu rey, tenaz y sin saña.
Émulo de Rodil en tu porfía
Un siglo ya agiganta tu memoria
De general, gobernador y guía.
Y noble vives en la patria históric
Con toda la pujanza y la hidalgía
de los hijos de España y de su gloria\".                    
RECUERDA: SER HETERO TAMBIEN MOLA

BELEN HISPANA

#9
Me encanta la novela antigua y medieval a todos los niveles, desde los romanos en las guerras de Julio Cesas hasta las mejores historias o relatos de Reverte y el Ojo del Aguila, el Capitán Alatriste, la nobleza de los pueblos de españa, la reconquista...

  quiero más textos por favor, me encantan.   :cheer:                    
Una walkyria no rinde JAMAS su imagen, pero su fina seda es para los caballeros "HONORABLES"...

http://www.atalayadigital.com/archimago/vi...read.php?tid=87


Avahor

#10
pero loky no debieras postear esta historia en la Biblioteca.. XDD???
a ya se.. si la pones alla nadie se acercaria a leerla..                    
EL problema de la gente con mente cerrada es que no cierran la boca también.

_LoKy_

#11
huuummmm.... no, esto es de tematica libre  :cool:                    
RECUERDA: SER HETERO TAMBIEN MOLA

_LoKy_

#12
ya psotearé más cuando vuelva de mis merecidas vacaciones  :cheer:

¿algo sobre el gran capitan tal vez?  :cool:                    
RECUERDA: SER HETERO TAMBIEN MOLA

gort

#13
están buenas las historias, pero más largas que peo de culebra! :cheer:                    
Fenix - AA más huracán la lleva!

Bastard

#14
joder menos mal q estuve listo y fui a por mis palomitas con refresco!!!!

inflon de leer q me he dao xD

estan wapas las historietas loky, buscate otras!!!                    

"i´m going to make everyone recognize my existence"
"my dream, become a Hokage"
FOXSPIRIT.

Compadrito

#15
hmmm no puedo leerlas ahora, tengo que estudiar hisotria >.<

??
que estoy haciendo en el foro?XD}

ya chaus tengoq  estudiar T_T xDD                    
....como pedro por su casa....
.......camarón que se duerme se lo lleva la corriente.....

                                                         xD

BELEN HISPANA

#16
Al Sur de Extremadura se levanta una barrera montañosa que hace de frontera natural con Andalucía y en la ladera norte se encuentra la villa de Montemolín, patria del granadero de la marina Martín Álvarez Galán. Entrar en su heroica vida es colarse en un trozo de la historia de la Arma y de España, además de la Royal Navy y de Inglaterra.
Los datos que tenemos sobre sus primeros años son exactos y fidedignos, gracias a Don Ramón Viu, cuando en 1848 S.M. dispuso que se eternizase en la memoria de todos el nombre de este valiente granadero.
El principio

En el año 1766 nació Martín Álvarez Galán, hijo de Pedro Álvarez y Benita Galán. Pedro Álvarez era carretero por herencia y sus viajes los encaminaba hacia Olivenza y Badajoz, por lo que era habitual que al ser hijo único, Martín y su madre se encontraran frecuentemente solos y charlaran bastante. Así le contaba a su hijo las hazañas de su abuelo que llegó a ser sargento en las tropas de Felipe V y perdió un brazo por un tiro de arcabuz, de un inglés, después de haber capitulado todos en la toma de Badajoz, ocupada por ingleses, portugueses y austriacos; debido a estas historias fue cogiendo Martín Álvarez su odio irreconciliable hacia los ingleses.

A la edad de 14 años empezó a viajar con el padre y en su primer viaje tuvo un encuentro con los bandoleros de la banda del Bruno. Iba el padre dormido en la carga y salió uno de los bandoleros apodado \"el Zurdo\" apuntando con una pistola a la voz de \"...la bolsa o la vida\", a lo que Martín dando un salto hacia atrás y cogiendo dos piedras de un tamaño regular en sus manos contestó \"dispara, pero como yerres el tiro eres hombre muerto\", despertó el padre y apareció el resto de la banda resultando ser conocidos de Pedro, el jefe de la banda reprendió al zurdo y lo disculpó diciendo que era nuevo, luego objetó al carretero la conveniencia de que su hijo fuera soldado, al ver con el coraje que se había comportado, a lo que el padre contestó: \"... lo único que hace falta Sr. Bruno, que a los cuentos que su madre le ha metido en la cabeza, le venga usted diciendo eso\".

Después de haber muerto su padre siguió el hijo haciendo de carretero y en un viaje que volvía de Badajoz se encontró con la noticia que su madre había muerto. La única salida que encontró fue la de querer casarse con su pretendida María Gil, hija de Antonio Gil y Nicolás Banklar, descendiente de un alemán del cual había heredado el \"Mesón Nuevo de Montemolín\", su sorpresa fue encontrarse que seis días antes la habían casado con Jaime, hijo del molinero porque la madre lo vio mejor partido. Así
Martín Álvarez decidió vender sus pocas pertenencias y marcharse a Sevilla para alistarse en el ejército.

El soldado.

En Sevilla en la \"Taberna de la Paloma\", dos alistadores voluntarios hablaban cada uno de las ventajas de sus respectivos regimientos, uno de ellos era de los \"Dragones de Alcántara\", de Caballería, el otro era de marina, pero al darse cuenta este último de las preferencias de Martín Álvarez por entrar a formar parte de la caballería, supo engañarlo llamando a su batallón \"Los Dragones del Viento\" y a sus barcos, caballos con nombres de santos, quedó encandilado el héroe local, pensando que estos caballos gracias al viento no sólo correrían, sino que llegarían a volar. Gracias a este engaño se escribió una de las páginas más gloriosas de la Armada Española. Así pasó a ser soldado de la Tercera Compañía del Noveno Batallón de la Infantería de Marina española (la más antigua del mundo), un veintiséis de abril de 1790.
El 16 de septiembre de 1792 embarcó en el navío \"Gallardo\" de 74 cañones , que parte hacia el Mediterráneo y después de estar un tiempo en Cartagena salen hacia Barcelona, centro de operaciones para el bloqueo de las costas de Francia, requerido para el asalto de Marsella y Tolón. Cuando llegaron ya habían sido tomadas, poniendo entonces proa hacia las islas de San Antioco y San Pedro, las cuales se las arrebataron a los franceses, siendo este su bautizo de fuego y empezando a dar muestras de su gran coraje y valor. A principios de 1794 figura en la dotación del navío \"San Carlos\" también de 74 cañones , que salía hacia América, vuelve en 1795 escoltando un convoy.


Granadero de batallón de marina de 1727. Los granaderos eran soldados de infantería de marina escogidos y que luchaban siempre en primera línea abriendo camino con sus granadas al resto de infantes.


El 26 de enero de 1796 parte en el \"Santa Ana\" de 112 cañones, hacia Cartagena y allí pasa a la guarnición del \"Príncipe Asturias\" de 112 y de nuevo en Cartagena el 1 de febrero de 1797 al \"San Nicolás de Bari\", un navío de ochenta cañones al mando de D. Tomás Geraldino que iba a Málaga y después desde Cádiz recibir un gran convoy que venía de América.

La Batalla del Cabo San Vicente.

Los datos de esta batalla es mejor verlos desde la perspectiva inglesa para dar más realce a este acontecimiento histórico.

En enero de 1797, el Almirante Jervis se encontraba con su escuadra en Lisboa, tuvo noticias de tres escuadras francesas al norte y una española al sur, habiendo recibido órdenes del Almirantazgo de liberar el Mediterráneo y ante la posibilidad de que lo atraparan como en una ratonera optó por enfrentarse a la española, al contar ésta con menos buques que la francesa. El 14 de febrero cubierta por la niebla la escuadra inglesa, el vigía del \"Victory\" divisa iluminada por el sol la flota española que navegaba sin orden de batalla y dividía en dos grupos; entablada las hostilidades se ve al \"San Nicolás de Bari\" abordado por el \"Captain\" al mando del entonces Comodoro Nelson, se apoderan del navío y en la cubierta del mismo, Nelson va cogiendo los sables de los oficiales españoles muertos y entregándoselos a sus oficiales, pero aún quedaba algo por conquistar, sobre toldilla donde se arbola el pabellón español está Martín Álvarez de centinela, el primero que osa llegar hasta él es el Sargento Mayor Willians Norri al cual le propina tal sablazo que lo atraviesa de pecho a espalda clavándolo en la madera del mamparo de un camarote con tal fuerza que no fue capaz de desenganchar el sable, cogió entonces el fusil a modo de maza y mató a un oficial e hirió a dos soldados, después de casi una hora de lucha y por la gran cantidad de sangre perdida por una brecha en la cabeza cae desmayado dándolo los ingleses por muerto; todos los caídos tienen el mismo trato, los lanzan al mar con una bala de cañón atada a los pies, al llegar a Martín Álvarez, Nelson ordena que lo envuelvan en la bandera que con tanto ardor había defendido. Entonces se da cuenta que no había muerto y lo evacuan a un hospital en Lagos, el Algarbe al sur de Portugal. Restablecido viaja por última vez a Montemolín y luego a Sevilla y Cádiz, donde se presentó a su batallón.

Recompensa a sus méritos.

Por los méritos recogidos en la batalla, se le quiso como premio ascender a cabo, impidiéndolo su analfabetismo, aprendió a leer y escribir en pocos meses y fue nombrado cabo el 17 de febrero de 1798 y en agosto de ese mismo año, cabo primero, al poco embarca en el navío \"Purísima Concepción\" de 112 cañones y parte hacia Brest (Francia). El 12 de noviembre se izó una bandera encarnada como señal infalible de algo extraordinario, e inmediatamente fue comunicada la orden para que toda la guarnición y tripulación del navío formase sobre cubierta, se adelantó el comandante del \"Concepción\" y mandó salir de la formación al Cabo Primero de granaderos Martín Álvarez, se leyó un Decreto Real por el cual se le concedía cuatro escudos mensuales como pensión vitalicia.

Cuando más apacible y recompensada llevaba su vida, al salir de una guardia fue a resbalar en una escalera, cayendo de bruces, dándose tal golpe en el pecho que se dañó un pulmón, derivando de tal herida, una terrible enfermedad; tuberculosis. Alojado en un hospital especializado en las afueras de Brest, finiquitó sus días un 23 de febrero de 1801, a los 35 años de edad.

Por un Real Orden de 1848, se dispuso que hubiera permanentemente un buque en la Armada que se denomina \"Martín Álvarez\", siendo el primero la goleta \"Dolorcitas\", pasando a ser el siguiente un guardacostas de primera clase, después un cañonero y luego otro construido en los EE.UU. Actualmente es el buque de desembarco L-12, también de procedencia americana.

El 4 de julio sale otra Real Orden para que su nombre figure constantemente como premio en la nómina de La revista de la Primera Compañía, Primer Batallón, Primer Regimiento, nombrándole el Coronel en la Revista del Comisario. Su sable se encuentra en el Museo Naval de Londres y en Gibraltar hay un cañón con una placa en la que se leen tres hurras: \"hip Captain, hip San Nicolás de Bari, hip Martín Álvarez\".

En 1938 fue inaugurado un paseo con su estatua al lado de la ermita de Nuestra Señora de la Granada, acudiendo a tal acto el Almirante Bastarreche y una compañía de Guardias Marina de San Fernando, Las placas del monolito están hechas con bronce fundido de viejos cañones, donados por la comandancia de Marina de San Fernando. La iniciación de este monumento se debe a D. Manuel Núñez Aguilar y su construcción a Evaristo Trujillo, conservándose su maqueta en el despacho del Jefe del Departamento de Marina de San Fernando.                    
Una walkyria no rinde JAMAS su imagen, pero su fina seda es para los caballeros "HONORABLES"...

http://www.atalayadigital.com/archimago/vi...read.php?tid=87


Silmar

#17
de veras esperas k lea todo eso?? xDDDDDDDD hay dios, lei el 1er capitulo y m kede ciego......

Silmar                    

ElTioPaco

#18
el de reverte si lo habia leido... es uno de los gustos de cada fin de semana, comprar el periodico, abrir el semanal y leer a ese hombre.                    

has atacado 77 veces en las ultimas 24 horas a este mago

Compadre compreme un coco, compadre coco no compro, porque el que poco coco come, poco coco compra, yo como como poco coco, poco coco compro, Compadre! Compreme un coco!

asdfg

#19
entonces uno puede postear cualquier wa, , publicare el concurso de antipoesia                    
eso lo dices tu, si tan solo lo creyeras.......
________________________________________
firmo confirmo y afirmo, firmo que firme sere, firmo que yo sere firme , firmo que firme sere
los ojos tienen sus niñas las niñas tienen sus ojos,  los ojos de las niñas son las niñas de mis ojos

Liante-

#20
juas pedazo histori Loky xd!!!!                    
Os Invito a uniros a mi GREMIO GALIA en el SUPER XD! para todo los publicos GRAN GREMIO en proyeccion !!!!!!!

Egam

#21
:cheer: Muy buenos, Loky, Belén.

Lo mismo hasta os gusta el EU2. En la partida que estoy ahora, ya mismo me sale Blas de Lezo.                    
Ynos presente


_LoKy_

#22
Alvaro de Bazán (Granada 1526-Lisboa 1588):


Desde muy joven embarcó con su padre en su flota de galeras, haciendo el aprendizaje de marinero.

La empresa más sonada de su etapa juvenil se produjo en 1544 cuando, estando embarcado en la escuadra de galeras de su padre, participó por primera vez en un combate naval, en aguas de Galicia, contra una formación francesa de corsarios que fue batida. (Rumeu de Armas)

Su primera acción de madurez se produce cuando en junio de 1566 recibe información de que dos naves inglesas, que transportaban armas para los moros de Fez, estaban fondeadas al abrigo de cabo Agüer o Alguer y de su castillo. Don Alvaro se dirigió allí con sus naves y rindió a los barcos ingleses , tomó 60 cañones e incendió 7 carabelas armadas, destinadas a actuar contra los pesqueros españoles. La política africana iniciada por los Reyes Católicos, no tiene continuidad, durante el reinado de Carlos V, si exceptuamos la conquista de Túnez, en 1532. Durante el asedio el pirata Barbarroja consiguió huir y continuar la guerra marítima contra España, aliándose con la Sublime Puerta. El intento de tomar Argel terminó en fracaso.

Cuando Felipe II accede al trono en 1556 la situación es muy grave para la monarquía hispánica, ya que los ataques de la armada otomana y las incursiones de los corsarios de Argel y Trípoli, hacen que en las costas del sureste español se viva en continua zozobra. La paz de Chateau-Cambresis permite a Felipe II dedicar más atención a este grave problema.(Ricardo Cerezo)

El primer acto de la nueva etapa , en la que participa Bazán, al mando de García de Toledo, es la reconquista del peñón de Vélez de la Gomera, que se resuelve satisfactoriamente. La desembocadura del río Martín, en las proximidades de Tetuán, es el siguiente refugio pirático a inutilizar, misión que se encomienda a D. Alvaro Bazán, quien al mando de una pequeña flota, que remolca unas barcazas cargadas de piedra y mortero, a las que se hunde en el río, quedando cegado el acceso a la zona de abrigo, en donde quedan embotelladas varias naves enemigas. En 1568 se nombra a Bazán \"Capitán General de las Galeras de Nápoles\". En poco tiempo limpia aquellas aguas de piratas y construye una poderosa escuadra de 38 galeras, participando en varios hechos navales. Como recompensa a los servicios prestados el rey le concede el título de Marqués de Santa Cruz. El 7 de octubre de 1571 tiene lugar la batalla de Lepanto.

\"Bazán se superó a sí mismo y logró ser y con todo acierto el verdadero capitán general de la Armada de la Santa Liga\". (Felipe Olesa)

Al morir el cardenal don Henrique de Portugal, Felipe II aspira al trono portugués, ya que era nieto legítimo de Don Manuel el Venturoso, padre de la emperatriz Isabel de Portugal, madre de Felipe II. Otro aspirante era el prior Antonio de Ocrato. Coronado Felipe II rey de Portugal, el prior se refugió en Francia, en donde buscó apoyos para su causa en la reina madre Catalina de Médicis, además del de Isabel de Inglaterra. Cuando el gobernador de la isla Terceira en el archipiélago de las Azores se declara a favor de Ocrato, una escuadra al mando de Philippe Strozzi sale de Nantes en su apoyo. Felipe II ordena a Bazán que salga a su encuentro y en combate que tiene lugar en la isla de San Miguel (Azores) la escuadra francesa es destruida. Al año siguiente la escuadra de Bazán ocupa la isla Terceira. Esta fue su última campaña naval. El 9 de febrero de 1588 moría en Lisboa mientras estaba entregado plenamente al encargo de Felipe II de la organización de la Gran Armada, conocida como la Armada Invencible (Ricardo Arroyo)

-------------------------- Otra biografia encontrada.

Nacido en Granada el 12 de diciembre de 1526 y fallecido en Lisboa, el 8 de febrero de 1588, a este valeroso hombre de armas que, como Almirante de la Armada tuvo un destacado papel en la batalla de Lepanto, no le fue ajeno el mar desde el momento mismo de venir al mundo. Su padre –Álvaro también de nombre– era capitán general de las galeras y naves destinadas a vigilar las costas del Reino de Granada, amenazadas de continuo por las incursiones de los piratas berberiscos. En hogar de avezados y valerosos marinos, vino, por tanto, a nacer este don Álvaro, y en hogar marinero fue creciendo, oyendo acaso de su propio padre la narración de cien gestas heróicas vividas sobre las olas, muchas veces más mansas y pacíficas que la cólera de los hombres.

Guerra permanente

Las mismas peripecias del servicio de armas de su padre, llevaron muy niño al futuro vencedor de Lepanto muy lejos de su Granada natal. En Gibraltar cursó sus primeros estudios y hasta allí le llegó la primera merced regia que recibiría en su vida. Cuando acababa de cumplir nueve años, el Emperador Carlos V, le nombró alcalde de Gibraltar. Eran aquéllos, unos tiempos en los que los reyes europeos hacían cardenales, nobles o príncipes, a criaturas que apenas acababan de soltar el primer vagido. La Historia está llena de designaciones reales parecidas. Se empezaban a prodigar recompensas muy pronto, quizá porque se moría muy pronto también. Aunque no fue éste el caso de don Álvaro de Bazán, que acertó a vivir nada menos que 62 años, o sea, una muy larga vida para aquella época, y cuando murió en Lisboa, todas las prebendas y donaciones regias recibidas, las habría ganado derrochando temeridad, lealtad y sacrificios al servicio de Su Majestad el Rey Felipe II, el monarca sombrío del Escorial.

Federico Bordeje Merencos, en su estudio titulado 'Lepanto y el Mediterráneo', escribió: 'Si para Carlos V el dominio del mar había sido ineludible exigencia no cumplida, para Felipe II era más que una condición de poder; era la razón de su existencia misma. Lo necesitaba no sólo para combatir al turco-berberisco y a los aliados franco-turcos, sino para asegurar sus extensas comunicaciones marítimas con sus dominios de Flandes y, por supuesto, con las posesiones de América'. A causa de esto, poco descanso vino a disfrutar en vida este granadino don Álvaro de Bazán. En 1544 –con 18 años–, ya estaba al frente de 25 naves luchando contra una escuadra francesa de 30 navíos. Echó a pique la mayor parte de los barcos adversarios y se apuntó el primer triunfo militar de su carrera de casi medio siglo.

En 1554 –ya con 28 años–, Felipe II le nombró capitán general de una poderosa Armada, creada para proteger las costas españolas y asegurar la navegación con las Indias, a menudo interrumpida por los corsarios franceses. Los piratas bien pronto sentirían el guante de hierro del marino granadino, ya todo un señor del mar. Y otro tanto le sucedería luego a los filibusteros ingleses.

A partir de ahí, Felipe II depositaría confianza plena en don Álvaro de Bazán, quien ya, en lo que le restó de vida, se entregó a las exigencias de una guerra permanente. Resulta poco menos que increíble hoy, admitir que hace 500 años, con la lentitud de medios de la época, se pudiera combatir en frentes tan dispersos y con treguas tan cortas entre una y otra batalla. Pero la Historia nos lo confirma. La cronología bélica de don Álvaro de Bazán, prueba, efectivamente, su incesante y asombrosa actividad por los mares y litorales mediterráneos. Fez, Marruecos, Orán, Mazalquivir, Vizcaya, Galicia, Malta, Portugal, Sicilia, Génova, Venecia, Nápoles, Corfú, Bizerta... Una interminable relación de lugares mediterráneos, están vinculados estrechamente a la gesta marinera del almirante granadino que, con las naves y las gentes que mandaba, sumaba victorias y más victorias para las armas del Rey de España. Entre dichas victorias, una particularmente resonante: Lepanto, la célebre batalla en la que don Álvaro de Bazán mandaba 30 de las 213 embarcaciones de la flota que tenía por jefe supremo a don Juan de Austria, y que, al derrotar a la escuadra turca en el golfo de Lepanto, consolidaría el triunfo de la cristiandad, cuya espada era España en aquel tiempo.

La Invencible

Haciendo un resumen de la vida de don Álvaro de Bazán, un cronista de su época escribió lo siguiente: \'Rindió 8 islas, 2 ciudades, 25 villas, 35 castillos fuertes, venció a 8 capitanes generales, 2 maestres de campo generales y 60 soldados y caballeros. Soldados y marinos rendidos: 4.758 franceses, 780 ingleses, 6.450 portugueses, 6.243 turcos y moros. Liberó 1.564 cautivos cristianos, apresó o tomó 44 galeras reales, 21 galeotas, 99 galeones de alto bordo, 27 bergantines y ganó en todas estas ocasiones un total de 1.814 piezas de artilleria\'.

Y quién sabe cuántos méritos más hubiera podido sumar don Álvaro de Bazán a esta brillante hoja de servicios, de haber podido consumar su postrera ambición: la de invadir Inglaterra. En 1586, enojado por la guerra de corso a que le tenían sujeto Inglaterra y Francia, el Rey Felipe II, ordenó al marino granadino que formara una buena Armada para defender las costas de Vizcaya, Galicia y Portugal. Pero el almirante fue más lejos que su rey y expuso a Felipe II un proyecto de mayor alcance: la conquista de Inglaterra.

Muerte en Lisboa

Tal entusiasmo derrochó don Álvaro en apoyo de su ambiciosa iniciativa, que convenció al rey y éste autorizó la organización de la más gigantesca escuadra que habían conocido los tiempos hasta entonces, encomendando a don Álvaro de Bazán su puesta a punto. Pero apenas empezados los preparativos, la muerte sorprendió al marqués de Santa Cruz en Lisboa, donde se había instalado el cuartel general de la grandiosa empresa militar que se pretendía.

Terminaba así una de las vidas más cuajadas de permanente aventura de su siglo. La de uno de aquellos capitanes españoles de leyenda, que hicieron posible con su esfuerzo, su coraje, su lealtad y su sacrificio, la epopeya de un colosal imperio. Reseñemos, porque es de justicia, que la talla militar de don Álvaro de Bazán, ciertamente excepcional, fue pareja a su talla humana. Baste un comentario para testificarlo. Miguel de Cervantes, que formó parte de la tripulación española en Lepanto, dijo de don Álvaro: 'Es el padre de sus soldados'. Y un elogio así, en la durísima época en que a este ilustre granadino le tocó vivir, no creemos que pudiera hacerse de muchos más jefes militares de su tiempo.                    
RECUERDA: SER HETERO TAMBIEN MOLA

_LoKy_

#23
 Bernado de Galvez

Aunque muchos en España y EEUU no sepan quien fue Bernardo de Galvez, lo cierto es que este noble (en ambos sentidos de la palabra) español, oriundo de un pueblo de Málaga, fue una de las figuras militares más destacadas y brillantes del S. XVIII

En la convulsa situación internacional del S. XVIII nos encontramos con una potente Inglaterra, que, en plena expansión de su Imperio colonial, ambicionaba mas trozo del pastel norteamericano (a costa de Francia) y, de paso, aumentar aun mas su influencia comercial en América del Sur (en detrimento de España, claro está). Por ello, no es de extrañar que las cortes de Madrid y Paris (unidas por los vínculos de familia de Carlos III con Luis XVI, no lo olvidemos) decidieran aunar esfuerzos para "fastidiar" un poco la ambición expansionista inglesa. Así, desde 1776 el embajador español en Francia, el conde de Aranda, mantuvo reuniones con el ministro francés de relaciones exteriores, el conde de Vergennes, para atacar los intereses ingleses en Norteamérica, aprovechando el ambiente de creciente malestar de las colonias para con la metrópoli.

Cuando estalló la revuelta independentista en las colonias norteamericanas, uno de las primeras decisiones de España y Francia fue dar a las colonias una ayuda de 2 millones de libras francesas, además de aprobar el envío a los rebeldes de ayuda militar en forma de 216 cañones, 27 morteros, y 30.000 fusiles, además de ingentes cantidades de munición. Pese a ello, los patriotas americanos seguían siendo una milicia que no podía compararse aun al ejército de su majestad. Había que mandar tropas en auxilio de los sublevados, y España se encargó de reclutar una fuerza combatiente de sus colonias formada sobre todo por mestizos mexicanos, criollos, cubanos y portorriqueños.

En total, el gobernador español de Louisiana Bernardo de Gálvez
Contaba con 800 españoles, unos 400 mejicanos, 100 milicianos, 80 negros libres y algunos voluntarios del Caribe, totalizando unos 1.400 hombres. Con tan limitados efectivos, Galvéz pasó decididamente a la ofensiva en cuanto tuvo confirmación de la declaración oficial de guerra entre España e Inglaterra en 1779. Esta ofensiva española pronto se convirtió en una sucesión de éxitos frente a los ingleses.

El 7 de septiembre, las tropas de Galvez tomaron del pequeño fuerte Manchak, defendido por una guarnición de 25 hombres. El 21 de septiembre, capturaron el importante fuerte de Baton Rouge, defendido por el Coronel Dickson, con 375 soldados veteranos y 500 milicianos armados.
Un dia mas tarde, se rindió la guarnición del fuerte Panmure de Natchez, defendido por 80 soldados. Antes de acabar ese año de 1779, y tras ocupar los margenes del rio Amithie, Galvez interceptó un convoy británico que transportaba refuerzos y suministros a Florida, capturando en la acción 6 naves inglesas, incluido el bergantín "West Florida".

La campaña de 1780 fue la más importante, pues Galvéz puso sitio al vital enclave de Mobile, y poco después se consiguió la toma del fuerte de dicha población, defendido por 300 hombres y abundante artilleria. Cuando llegó el año 1781, solo quedaba tomar el mayor enclave ingles en la zona, Pensacola, para expulsar a los britanicos de Florida.

Con la posición española en Florida fuertemente consolidada, la campaña de 1781 supuso el broche triunfal para la victoria definitiva de Galvez. Pero esta no se presentaba sencilla, ni mucho menos. Aunque Galvez contaba ahora con unos efectivos de unos 3.000 hombres, se enfrentaba a la guarnición de Pensacola (bien fortificada en una serie de baluartes distribuidos por la ciudad) que estaba bajo el mando del gobernador de Florida, Chester. Esta guarnición se componía de unos 1.400 hombres de los regimientos ingleses 16º y 60º, de voluntarios realistas americanos, y de marinos armados, respaldados por abundantes piezas de artilleria. Tras un mes de duro asedio sin resultado, Galvéz, tras inspeccionar el terreno, decidió forzar la bahía de Pensacola con un bergantín, cuyos cañones bombardearon el fuerte principal inglés (el "reducto de la reina") haciendo estallar el polvorín de la posición. Los defensores, privados de sus reservas de munición, se vieron obligados a capitular el 31 de Octubre de 1781. Galvéz se apuntó un éxito definitivo al tomar Pensacola, logrando con ello el dominio de toda la Florida, lo que supuso para España el dominio de toda la cuenca baja de Missisipi, y para Bernardo de Gálvez su ascenso a Mariscal de Campo. Poco después, Glavez fue destinado a Méjico como virrey, donde emprendió importantes obras públicas y reformas culturales. Una enfermedad maligna acabó con la vida de este malagueño universal a la temprana edad de 40 años.

Aunque alguna estatua recuerda a Gálvez en el pais norteamericano, la historiografia "oficial" de la guerra de independecia de EEUU apenas menciona la intervención de este gran general español (cosa que no ocurre con Lafayette, por ejemplo). Pero lo cierto es que, sin las contribuciones financieras y de tropas de España y sus colonias, la rebelión y el movimiento de la independencia norteamericana posiblemente habría terminado prematuramente.                    
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Liante-

#24
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_LoKy_

#25
EL DESASTRE DE ANNUAL (1921)  [/size]

La «incursión por África» que a finales del siglo XIX llevaron a cabo las potencias europeas trajo consigo grandes recompensas, pero en algunas ocasiones las tribus africanas, mejor organizadas, les hicieron pagar un alto precio por ellas. Los desastres militares no eran nada nuevo para el ejército británico, que era la potencia europea con más experiencia en la guerra colonial. Sin embargo; su experiencia no siempre libraba a los mandos británicos de cometer los errores más elementales. Por ejemplo, en Isandhlwana, durante la guerra zulú de 1879, lord Chelmsford dividió su mando y a pesar de que los bóers le habían advertido de la necesidad de rodear el campamento con sus carros cuando entrara en combate contra los zulús, no lo hizo. La experiencia había mostrado que sólo un fuego concentrado podía hacer retroceder a los zulús, pero los británicos habían dispersado sus tropas por una zona muy extensa. Cuando
.los zulús lanzaron un ataque multitudinario, los británicos se encontraron con que sus reservas de municiones estaban atornilladas y, faltos de destornilladores para abrirlas, sus disparos fueron disminuyendo de intensidad.\' Esto era lo que los zulús habían estado esperando: arrasaron el campo y mataron a unos 1.300 soldados, entre europeos y tropas nativas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el «ejército» zulú estaba compuesto por 20.000 guerreros, frente a los 1.800 hombres de las fuerzas británicas. No obstante, si Chelmsford hubiese efectuado un buen reconocimiento se habría dado cuenta de la presencia de ese formidable ejército y quizás no habría dividido sus fuerzas.
En palabras de Roberto Battaglia, en el año 1896 los italianos libraron en Adowa «la batalla más increíble y absurda que jamás haya tenido lugar en la historia moderna».1 El general Baratieri, con un ejército de 10.620 soldados italianos y 10.083 soldados nativos, atacó las fuerzas del emperador etíope Minilik, compuestas por unos 100.000 soldados armados con unos 70.000 u 80.000 fusiles. Baratieri estaba sometido a la intensa presión política del primer ministro Crispi y en realidad no le agradaba en absoluto la idea de combatir.\' A la confusión normal en la guerra los italianos añadían unos mapas poco precisos, un reconocimiento del terreno defectuoso y unas órdenes vagas y equívocas, de manera que las brigadas italianas, dispersas, pronto se extraviaron entre las colinas y perdieron totalmente el contacto entre sí y con su comandante en jefe. El resultado, más que una batalla, fue una masacre en la que murieron entre seis y siete mil soldados italianos y resultaron heridos otros ocho mil.
Tanto en la derrota de Isandhlwana como en la de Adowa el enemigo «autóctono» superaba en número a las tropas europeas en una proporción de entre cinco y diez a uno. En ambos casos los comandantes europeos habían infravalorado a sus enemigos y dividido sus fuerzas, de manera que las diversas unidades fueron «engullidas» poco a poco. También en ambos casos los reconocimientos efectuados habían sido insuficientes y no habían alertado a los mandos de la peligrosa proximidad de las fuerzas enemigas. Pero el ejército español iba a sufrir en 1921, en Annual, una derrota en todo punto semejante a la sufrida por ingleses e italianos, pero esta vez las fuerzas enemigas no llegaban ni a una séptima parte de las suyas.

A principios del presente siglo se produjo en España un fuerte movimiento en favor del establecimiento de un protectorado en el norte de Marruecos. A resultas del tratado francomarroquí de 1912, Francia cedió a España una zona en el norte de Marruecos; el área dependía totalmente del dinero que llegaba de España, que proporcionaban los hombres de negocios interesados en las minas de hierro situadas en el Rif. Era extremadamente difícil defender militarmente la región: en el interior apenas había caminos, estaba escasamente explorada y existían unas zonas montañosas, de las que ni siquiera había mapas, que estaban pobladas por tribus feroces e independientes que no estaban dispuestas a someterse al dominio español. El principal obstáculo contra las ambiciones españolas en el Rif era el caid de Beni Urriagali, Abd el Krim, que sucedió a su padre en septiembre de 1920. Krim, se había educado en España, había sido consejero de la oficina de Asuntos Indígenas y posteriormente profesor del dialecto bereber chilha en la Academia Árabe de Melilla. Krim estaba decidido a evitar cualquier expansión europea en su territorio, ya fuese francesa o española. Con la ayuda de su hábil hermano, Si Mobammed, experto en minas, Abd el Krim continuó la tarea de su padre en la construcción de un gran depósito de armas clandestino por si se daba el caso de que los españoles trataran de adentrarse en el Rif. En 1920 el alto comisario en Marruecos, el enérgico general Dámaso Berenguer, se decidió a hacerlo con la ayuda del general Fernández Silvestre, de Melilla.

Fernández Silvestre tenía fama de ser un general valiente y «combativo», que había sido herido no menos de dieciséis veces durante la guerra de Cuba, en 1898. Famoso por su afición a las mujeres y maestro en el trato social, Silvestre era un confidente cercano del rey Alfonso XIII. Sin embargo, su temperamento triunfaba muchas veces sobre la razón; su aversión hacia los «moros», hacia la diplomacia y hacia Abd el Krim en particular dificultaba que pudiese lograr un acuerdo pacífico con el líder rifeño. Consciente de que la corte de Madrid estaba pendiente de él, Silvestre decidió dar una lección a los rifeños.

En mayo de 1921 la posición española, al menos sobre el papel, parecía buena. El avance del general Silvestre hacia el oeste de Melilla, en dirección al Rif central, había puesto bajo el control español una extensión mayor que la lograda durante los doce años precedentes. Comprendía un área de unos 50 kilómetros hacia el sur y 120 kilómetros al oeste, y con un ejército compuesto por 25.700 soldados, 20.600 españoles y 5.100 regulares marroquíes, superaba ampliamente los 3.000 o 4.000 guerreros rifeños de Abd el Krim. Sin embargo, las tropas de Silvestre estaban divididas entre unos 144 puestos avanzados, blocaos y fuertes, algo que iba a tener considerables repercusiones para los españoles. Las guarniciones habituales de los blocaos españoles estaban compuestas por una cifra que oscilaba entre doce y veinte hombres, aunque los centros como Batel, Dar Drius, Buy Meyan y Annual contaban cada uno con una guarnición compuesta por 800 hombres.

Los españoles se sentían optimistas y pensaban que podrían apoderarse de todo el Rif y alcanzar su objetivo, la bahía de Alhucemas. Berenguer se sintió complacido al visitar Melilla y comprobar que el impulsivo Silvestre se comportaba con moderación. También quedó sorprendido por la cordial acogida que le dispensaron los rifeños: supuso que ello significaba una cierta aceptación del gobierno español. Desgraciadamente estaba equivocado. La moderación de los rifeños se debía a que las pobres cosechas habían obligado a algunos dirigentes de las tribus a emigrar temporalmente a Argelia en busca de trabajo. Las tribus sólo estaban dispuestas a tolerar la ocupación de Silvestre mientras fuesen demasiado débiles para resistir.

Abd el Krim conocía bien la situación en que se hallaba el ejército español en Marruecos. Sabía que su moral era baja y que si podía arrastrar a las tribus al fihad, la guerra santa, la resistencia española sería mínima. Resulta más difícil determinar si el alto mando español era, a su vez, consciente de esta situación. En febrero de 1921, Berenguer había informado al ministro de la Guerra que el ejército había de enfrentarse a graves problemas. Los soldados estaban mal pagados, mal alimentados y pobremente equipados. Existían deficiencias en el suministro del material de guerra y los servicios sanitarios eran deplorables. Los barracones y los hospitales eran inmundos en todo el protectorado, por lo que las bajas causadas por la malaria eran innecesariamente elevadas. Su informe fue presentado en las Cortes, aunque añadiendo que si bien las condiciones eran malas el «espíritu marcial» de las tropas eran bueno.

Mejor hubiera sido decir que el «espíritu marcial» de las tropas, lejos de ser bueno, en algunas unidades era casi inexistente. El nivel general de los mandos era bajo, muchos oficiales eran incompetentes, indisciplinados y debían su posición a sus conexiones familiares. La paga del ejército era tan escasa que muchos oficiales tenían otro trabajo. En Marruecos empleaban gran parte de su tiempo fuera de las guarniciones y se preocupaban muy poco del bienestar de sus tropas. Para el soldado raso la vida era un infierno; la escasez de equipamiento, instrucción, comida y servicios hospitalarios, así como la casi total ausencia de atenciones médicas, erosionaban la moral.

Cuando Silvestre supo que Abd el Krim se preparaba para combatir, declaró enfurecido: «Este Abd el Krim es un loco. No voy a tomar en serio las amenazas de un pequeño caid bereber que hasta hace cuatro días estaba a mi merced. Su insolencia merece un nuevo castigo».

Pese a que algunos jefes tribaIes le advirtieron que no provocase a Krim cruzando el río Amerkran, Silvestre desdeñó sus consejos y lo cruzó. El 1 de junio, un destacamento español de 250 hombres sitió Abarran. No obstante, los policías aborígenes que los acompañaban se sublevaron y atacaron a los españoles matando a 179 soldados, entre los que se encontraba el comandante. El mismo día las tribus del Rif atacaron la base de Sidi Dris.

Berenguer, preocupado por estas noticias, embarcó en Ceuta rumbo a Melilla para ver a Silvestre. Cuando el alto comisionado le ordenó que cesara su avance por el Rif, el irascible comandante perdió los estribos y trató de estrangularle, teniendo que ser reducido por la fuerza por los oficiales de su Estado Mayor. Berenguer partió creyendo que sus órdenes estaban suficientemente claras, pero Silvestre estaba persuadido de que otro pequeño avance no le causaría ningún perjuicio, por lo que ordenó que establecieran una nueva base en Igueriben, a unos cinco kilómetros de Annual.

Abd el Krim decidió en aquel momento lanzar un ataque anticipatorio contra las posiciones españolas. En aquel momento, la hostilidad hacia los españoles entre los hombres de las tribus rifeñas era más fuerte que nunca, por lo que cuando Krim declaró la fihad su auditorio estaba más que predispuesto:

--Oh, musulmanes, nosotros hemos deseado hacer las paces con España, pero España no quiere. Sólo desea ocupar nuestras tierras para arrebatarnos nuestras propiedades y nuestras mujeres y para hacernos abandonar nuestra religión. No podemos esperar nada bueno de España ... El Corán dice «el que muere en la guerra santa va hacia la gloria».

Pese a la naturaleza emocional de su arenga, Abd el Krim no actuaba de una manera precipitada, sino que había ido preparando a sus fuerzas con todo sigilo. Probó las defensas españolas en una serie de «ataques y retiradas» y llegó a la conclusión de que podía asestarles un golpe definitivo. Con un ejército -o harka- procedente de Ben Urriaglis, Abd el Krim atacó por sorpresa el 17 de julio de 1921.

La base de Igueriben, a medio construir, recibió el primer ataque. Increíblemente, había sido construida a cinco kilómetros de distancia del suministro de agua más cercano, por lo que los soldados españoles pronto sufrieron la tortura de la sed. A medida que la lucha avanzaba lo único que les quedaba para beber era el jugo de las latas de pimiento y tomate, y después «vinagre, agua de colonia, tinta y, finalmente, su propia orina endulzada con azúcar». Desde Annual enviaron una columna en socorro de aquellos hombres, pero no se atrevieron a avanzar hacia Igueriben, pues tenían que pasar por un estrecho desfiladero fuertemente defendido por los rifeños. Se retiraron tras haber perdido 152 hombres, abandonando la base a su suerte. El 21 de julio Silvestre había tratado de dirigir una carga de caballería a través del desfiladero para rescatar la guarnición, pero el fuego de los cañones apostados en las colinas le hizo retroceder. Finalmente Igueriben fue invadida y su guarnición masacrada.

Silvestre regresó a Annual, un campamento asentado sobre tres pequeñas laderas y que podía dominarse desde las colinas circundantes. El general, tan confiado tiempo atrás, empezó a sentir pánico: tenía dificultades para dormir y para digerir los alimentos. El rey le envió un telegrama en el que le instaba a tomar la bahía de Alhucemas para el 25 de julio, día del cumpleaños de su majestad. Silvestre se dio cuenta de que estaba acorralado por su propia reputación de hombre que hace lo que dice. Estaba ya claro para él que la situación local era desesperada y que ni siquiera Annual, la principal base española en el Rif, podía mantenerse. La mañana del 22 de julio, después de una reunión con los oficiales, ordenó una retirada a gran escala. No había previsto ningún plan y dijo simplemente a las tropas que se marchasen «por sorpresa». La conmoción que causó la orden del propio comandante en jefe hizo perder los nervios a la mayoría de la tropa, formada por reclutas, que rompieron filas y huyeron presas del pánico. Sus oficiales no hicieron nada para impedir la estampida, mientras que Silvestre, que al parecer no tenía ni idea de cómo gobernar la situación, se limitaba a decir a sus tropas, «corred, corred, ese diablo está a punto de llegar». En realidad ya estaba allí y muy pocos soldados españoles escaparon de la muerte a manos de los rifeños. No se sabe con certeza cómo murió Silvestre, pero algunas versiones dicen que fue el propio Abd el Krim quien le cortó la cabeza para lucir luego su brillante fajín de general, mientras que otros informes hablan de suicidio.

Los fuertes y bases españoles cayeron como fichas de dominó. Como los supervivientes de la zona occidental y del sur se dirigían todos hacia el este, no hicieron más que incrementar el pánico difundiendo historias de horribles masacres. Por si fuese poco, las noticias de los desastres españoles en Igueriben y Annual llegaron a oídos de las tribus que se habían mantenido en calma, que se sublevaron contra los odiados invasores. La caída de la posición española y la huida desordenada de un ejército de más de 20.000 hombres ante un puñado de rifeños fue desgraciada. Aquí y allá, algunos soldados se detenían y trataban de reunirse con los demás pero quedaban desbordados por el enemigo y por sus propios desertores. Lo cierto es que España no había preparado posiciones fortificadas en la retaguardia desde las cuales realizas un repliegue ordenado. Todo lo que había entre Annual y Melilla eran decenas de pequeños blocaos cuyos tejados se podían volar con granadas de mano.

El general Navarro, segundo de Silvestre, trató de reunir dos o tres mil supervivientes y retirarse hacia Melilla para encontrarse con la columna de socorro que corría a su encuentro, pero se vio forzado a detenerse en Monte Arruit, pues no quería abandonar a los heridos. Una vez allí decidió intentar defender el viejo fuerte de adobe, construido a casi un kilómetro de distancia de la fuente de agua más cercana. Una vez más los españoles cometieron un error increíble. En Monte Arruit no había equipo médico de ninguna clase y 167 hombres murieron a causa de la gangrena. Desde Melilla partieron aviones para lanzar comida y provisiones sobre la asediada guarnición de Navarro, pero la mayoría de los paquetes cayeron en manos de los rifeños. Al final, Berenguer dio permiso a Navarro para que se rindiese, pero tras la rendición los rifeños cayeron sobre el fuerte y mataron a todos excepto a Navarro y algunos más.

Monte Arruit estaba a menos de treinta kilómetros de distancia de Melilla, pero pese a ello no hicieron ningún intento de socorrerlo. De hecho la guarnición de Melilla contaba con 1.600 hombres, la mayoría de ellos soldados con escasa formación militar. Abd el Krim sabía que podía haber tomado también Melilla, privando así a España de la única base que le quedaba en el noreste de Marruecos. De haberlo hecho, no está nada claro que los españoles hubiesen podido recuperar la ciudad y restablecer su posición en el Rif. Pero los hombres de Krim no eran soldados profesionales; habían disfrutado con la victoria y con el botín, pero estaban cansados y deseaban volver a sus hogares. No faltaba mucho para la cosecha y eso era bastante más importante para aquellos hombres rurales que matar unos cuantos españoles más.

Cuando Berenguer conoció las noticias envió refuerzos a Melilla y declaró a la prensa: «Se ha perdido todo, hasta el honor». Quizá Berenguer tenía razón. La derrota del ejército español en Annual fue el mayor desastre sufrido en siglos por una potencia europea a manos de un ejército «incivilizado». Para España las pérdidas fueron enormes, ya no sólo en prestigio, sino en vidas, material y territorio. Las cifras de bajas oscilan según la fuente, pero incluso las Cortes admitieron más de 13.000 muertos, aunque la cifra más probable sea la de 19.000, ya que los rifeños no hacían prisioneros. Las pérdidas en material incluyen 20.000 fusiles, 400 ametralladoras y 129 cañones; todas las inversiones españolas en el norte de Marruecos -ferrocarriles, minas, equipamiento agrícola, escuelas, puestos militares, etcétera- se perdieron en cuestión de días.

Resulta sencillo criticar al comandante Silvestre, a sus tropas o a los estrategas, que construyeron fuertes y bases y dispersaron sus tropas como semillas por el desierto. Pero los políticos también deberían rendir cuentas por haber permitido que el ejército se desintegrase por falta de suministros y de dinero. La corrupción se había convertido en parte integrante dé la vida cotidiana española y en ella estaban implicados tanto los políticos como los profesionales liberales, la iglesia y el ejército. Hizo falta un desastre como el de Annual para que la gente se diese cuenta de las consecuencias de sus acciones. Las revelaciones que salieron a la luz a propósito del comportamiento del ejército español en Marruecos fueron una lección dura de aprender.

Los hallazgos de la comisión de investigación del desastre presidida por el general Picasso revelaron el amplio alcance de la corrupción. Aunque no se podía acusar a todos los oficiales de incompetentes y de corruptos, la mayoría eran ambas cosas. Durante 1920 once capitanes que habían actuado como tesoreros de su cuerpo de ejército habían abandonado el ejército para evitar la acusación de malversación; uno de ellos llegó a suicidarse. El dinero que las Cortes españolas habían destinado a la construcción de carreteras fue a parar a los bolsillos de los altos oficiales. Los oficiales inferiores habían robado todo cuanto habían podido en los almacenes del ejército para venderlo e incrementar así sus salarios. Los oficiales pasaban mucho tiempo lejos de sus tropas y los más veteranos o bien vivían en España o «jugaban y putañeaban» en Melilla. Los soldados y sus mujeres permutaban armas con los rifeños a cambio de fruta y verduras frescas.

Los soldados españoles eran los de más baja categoría de entre todos los soldados europeos. El 80 por 100 eran analfabetos y eran los menos hábiles de todos, habida cuenta de que carecían de la inteligencia, la educación o el dinero necesarios para encontrar sustitutos. Estaban poco entrenados y pobremente armados; muchos de sus fusiles ya habían sido utilizados en la guerra de 1898 contra los Estados Unidos y no se habían limpiado ni utilizado desde entonces. Un informe relata que de un comando de 30 hombres, 19 de ellos tenían unos fusiles en tan malas condiciones que las balas que disparaban no llegaban a más de un kilómetro.

El soldado español medio tenía pocos motivos para enorgullecerse de su profesión. Cobraba menos de una tercera parte de lo que cobraba un rifeño como peón caminero y se veía obligado a subsistir a base de café, judías, arroz y pan. No es, pues, extraño que aprendiera a dar tan poco como recibía. Era diestro en evitar las tareas en el frente, en comer tabaco para aparentar que tenía ictericia o en contraer enfermedades venéreas a propósito. Aplicaba ortigas a pequeñas heridas para que se ulcerasen o se provocaba llagas ulcerosas en las piernas con monedas al rojo vivo. Si se considera tal desmoralización resulta más fácil entender el fracaso de Annual.

Los jefes que les tocaron en suerte eran deplorables. En Melilla se descubrió que muchos oficiales se habían escondido en las bodegas durante el ataque para aparecer después afirmando que habían sido hechos prisioneros. Otros oficiales escaparon en lugar de hacer frente a los rifeños y no se preocuparon por volver a sus posiciones. Un oficial al oír la alarma en Monte Arruit se apoderó del único coche que había y se fue a Melilla. Cuando se abrieron los almacenes militares de Melilla ante la magnitud de la emergencia resultó que en su interior no quedaba nada: todo había sido vendido a los contrabandistas.

También resulta difícil defender la política de construir 130 o 150 puestos y blocaos alrededor de Melilla, y además de cualquier manera. Muy pocas bases tenían médicos o equipamiento médico, mientras que la mayoría de soldados tenían que vestir uniformes de verano durante los fríos inviernos marroquíes porque carecían de algo mejor que ponerse. De los 50 camiones que se habían enviado a Melilla para resolver el problema de los transportes, en el Rif sólo se vieron 5. Los soldados de Annual tan sólo disponían de 40 cartuchos cada uno y sólo había 600 proyectiles en total para los cañones. En una situación tal, ¿qué esperaban que hicieran los soldados rasos? Al oír las noticias procedentes de Annual el mariscal Lyautey, comandante francés y experto en campañas coloniales, comentó: «El soldado español, que es tan valiente como sufrido, podrá conocer mejores épocas bajo otros mandos».

El general Silvestre, que desobedeció órdenes y atrajo el desastre sobre sí, sus soldados y su país, era, desde luego, un hombre impulsivo, pero también es cierto que, al igual que Baratieri en Adowa, estaba sometido a presiones considerables, que en su caso procedían del rey Alfonso, para que consiguiese «una victoria decisiva». Al parecer la comisión Picasso descubrió una carta del rey a Silvestre en la que le instaba a avanzar hacia el interior del Rif: "Haz lo que te digo, y no hagas caso del ministro de la guerra, que es un imbécil", le había escrito el rey. Los fallos de Silvestre como comandante están claros, pero la responsabilidad por el desastre de Annual no debe recaer únicamente en sus espaldas. Abd el Krim venció, pero a quien venció realmente fue a décadas de corrupción y dejadez que habían sustituido a la política en Marruecos.                    
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Liante-

#26
loky todo esto de donde lo sacas de una pagina de internet no¿?                    
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_LoKy_

#27
de varias, de varias
:cheer:                    
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#28
joder pues no veas, buscar y buscar!!!                    
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#29
  LA TRAICION NACIONALISTA AL GOBIERNO DE LA 2ª REPÚBLICA [/size]


El 10 de noviembre de 1938, Luis de Arana Goiri , enviaba a Londres un Memorándum de nueve páginas a la atención del Vizconde de Halifax. Acompañaba al documento una carta con las ideas fundamentales que sustentaban la propuesta enviada al Gobierno de Su Majestad. El hermano del fundador del PNV, pedía lisa y llanamente «la ayuda y protección de la poderosa Gran Bretaña para conseguir la libertad de la Nación Vasca, es decir, la independencia de Euzkadi, hoy en sus regiones peninsulares: Bizkaya, Guipuzkoa, Nabarra y Araba, para formar una República Federal Vasca asentada entre Francia y España». Advertía que esta idea suponía «un bien considerable para la Gran Bretaña y aun para su aliada Francia». Luis de Arana se refería al conflicto que vivía la Península como «esta cruel guerra española destructora de mi amada Patria Euzkadi», y con el ya clásico victimismo denunciaba como sujeto al «yugo español monárquico o republicano, siempre yugo insoportable por el odio español». Se olvidaba de la reciprocidad en los sentimientos que constituía la presentación de dicho documento. Arana se instituía en portavoz del nacionalismo vasco y reclamaba la ayuda británica para desvincularse de la suerte de la República española.

Presentaba a Halifax la siguiente proposición:

«Que Inglaterra en colaboración con Francia, por tratarse de territorios vecinos a ésta, se declaren protectores para la formación, y luego con el título efectivo, de los dos estados políticos o Repúblicas que habían de formarse del Pirineo al Río Ebro; la una Vasca, bajo la denominación de Euzkadi y el protectorado efectivo de Inglaterra, y la otra latina, catalano-aragonesa, bajo el protectorado de Francia, ambas repúblicas completamente independientes una de otra; consiguiendo así nosotros, los patriotas nacionalistas vascos, el bien que anhelamos para nuestra patria Euzkadi Peninsular, conseguiría también para sí misma Inglaterra la posesión de la vía terrestre más corta de acceso al Mediterráneo comenzando en el Golfo de Bizkaya (sic) en Bilbao y terminando a los 400 kms aproximadamente, en línea recta, en un puerto que a Inglaterra conviniera en el Mar Mediterráneo próximo a las Islas Baleares. Su colaboradora Francia conseguiría por este hecho para sí misma con su protección a esa república latina catalano-aragonesa la supresión de toda una extensísima frontera pirenaica peligrosa y adversa para ella con una España probablemente adicta a Italia y Alemania. ¿No hay así compensación al sacrificio que Inglaterra y Francia se impondrían aceptando esta proposición? ¿No hay concurrencia de bienes para unos y otros?»

Arana, una vez propuestos los territorios que constituirían las dos nuevas republicas, advertía que en ningún caso se haría reclamación alguna de los territorios vasco-franceses y catalano-franceses para las dos nuevas repúblicas. Era obvio que París no habría aceptado ninguna reivindicación que rompiera su unidad nacional. Y llegaba a pedir armas y su «alta dirección militar» a Londres para que los vascos obtuvieran su «libertad e independencia».

Estas pretensiones de Luis de Arana era absolutamente quiméricas. Para Londres su única preocupación era el fin de la guerra en España. Lo que proponía el vasco era complicar más el panorama ibérico con la creación de dos nuevos Estados, que no harían otra cosa que crear un nuevo conflicto con la República en primer lugar y en el futuro que se veía venir, con el más que probable vencedor de la guerra, Franco, que además era quien, en aquellos momentos, controlaba las tres provincias vascas y Navarra además de gran parte de Cataluña. Pero a pesar de eso, en aquellos críticos momentos, Arana manifestaba que los nacionalistas ya se consideraban ajenos a los intereses de la República española, y aprovechando la complicada situación de la guerra ellos reclamaban una paz, pero al margen del gobierno de Barcelona y en consecuencia también del vencedor de la contienda.

Como una muestra más del alejamiento de los nacionalistas de la República, en noviembre, días después del anterior Memorándum, Manuel de Irujo se hallaba de visita en Londres. El ex-ministro sin cartera del gobierno de España deseaba entrevistarse con Lord Halifax, y para solicitar esa audiencia no acudió al embajador de ese gobierno del que había formado parte, Pablo de Azcárate, como hubiera sido preceptivo, sino al Secretario de la Delegación vasca en Londres, Ángel de Gondra. El gesto resulta de lo más revelador.


También el embajador nazi Stolirer estaba al tanto de los actitudes independentistas. He aquí un pasaje de su informe mensual de noviembre de 1938:
«Despertar de la propaganda autonomista en Cataluña.
Sí resulta novedad el despertar de la propaganda autonomista en Cataluña. Los representantes de esta tendencia se revuelven igualmente contra Negrín. Así, el antiguo presidente del Parlamento catalán, Casanova, ha publicado recientemente un llamamiento en el cual solicita un plebiscito para Cataluña y sostiene la idea de que Cataluña debe separarse del resto de la España roja y hacer una paz por separado. Este hombre parece que ha llegado incluso a ofrecer a las autoridades francesas de París que Cataluña firme un armisticio con el fin de realizar la autonomía catalana. Falta por saber si esta propaganda surtirá efectos o si tomará una tendencia separatista. Los indicios de una evolución de este tipo no faltan; recientemente el Sunday Times ha señalado que realmente hay cuatro Españas diferentes (Cataluña, País Vasco, Galicia y \"el resto\") que no se asemejan en nada.»


El 21 de noviembre la diplomacia inglesa informa: que los vascos y catalanes sólo aceptarían seguir sustentando al gobierno de Barcelona si ello se basaba en la formación de una «relajada confederación en España».
Al día siguiente, Batista i Roca presentaba al Foreign Office un documento en el que los catalanes exponían sus ideas sobre la forma para alcanzar la paz en España. Terminaba el escrito expresando claramente las intenciones del nacionalismo catalán:

«... permitiendo la evolución interna de los elementos que constituyen el Estado español. Las libertades de los países vasco y catalán, desmilitarizados y puestos bajo control internacional, serían la mejor garantía para la seguridad de las fronteras de Francia y sus líneas de comunicación con el Norte de África».

Resulta significativa la coincidencia con las posiciones que había expuesto Luis Arana en el Memorándum presentado en Londres el anterior 11 de noviembre. Parece claro que los nacionalismos intentaban conseguir el apoyo británico (del que se derivaría el de París) para hacer realidad sus anhelos independentistas y abandonar a la República, a la que ya no se sentían vinculados. Sin embargo, constatemos el doble lenguaje: Irujo había sido ministro del gobierno de España.

Irujo se hallaba en Londres y frecuentaba el Foreign Office. Ese mismo día, el 22, se entrevistaba con el que era portavoz en los Comunes Butler y el vasco le exponía la necesidad de que la guerra terminara. Dos días después Mounsey, recibió al ex-ministro Manuel de Irujo, acompañado del catalán Bosch Gimpera (que era rector de la Universidad Autónoma de Barcelona y Consejero de Justicia de la Generalitat) y el vasco Lizaso. Se planteaba a los británicos que mediaran para lograr una tregua, ya que, una vez conseguida, eso haría difícil que se reanudara la lucha. Pero lo delirante de la propuesta es que tras el cese de las hostilidades habría que plantear una nueva estructura del Estado y su división en cuatro zonas: Euzkadi, Cataluña, el terrritorio de Franco y el territorio del gobierno español. «El resultado de los plebiscitos sería, por supuesto, una federación». El mensaje era claro: el cese de las hostilidades si, pero seguido del reconocimiento de Cataluña y el País Vasco como Estados junto con los otros dos. Recordemos que la Constitución de 1931 establecía la República como «Estado integral compatible con la autonomía» (art. l), no contemplaba un estado federal. Vascos y catalanes se separaban de la Constitución de la República y planteaban una negociación aparte y todo esto perdida la Batalla del Ebro, con la evidente concentración de fuerzas de Franco para dar al cabo de un mes el gran empujón que les llevaría a ocupar lo que quedaba de Cataluña.

Irujo seguía insistiendo el 7 de diciembre ante Cadogan presentando un «Plan para el arreglo de la Guerra en España» que decía que los nacionalistas habían aprobado el anterior día 26. Se proponía el desarrollo de una Conferencia para alcanzar la paz en el que se invitaría a «las partes en conflicto». Entre éstas los vascos consideraban que además del republicano ahí debían sentarse «los gobiernos autónomos vasco y catalán» (punto B). Lógicamente, al final del plan no tenían más remedio que plantear como una de las medidas necesarias una vez lograda la paz «una reforma constitucional».

Esta fue la penosa actitud en último tramo de la Guerra Civil de las Autonomías cuyas intenciones se alejaron de los avatares de la contienda y sólo deseaban el final de la guerra, además de cambiar un gobierno y su política. Su problema estuvo en que a aquellas alturas de la guerra necesitaban para realizar sus planes contar con el apoyo de Londres (lo que significaba también el de París). Pero los británicos no estaban dispuestos a introducir otro elemento de desestabilización más en España. Londres deseaba el final de la guerra con un nuevo gobierno, no contribuir a tendencias centrífugas que convirtieran un interlocutor en la Península en tres o cuatro.                    
RECUERDA: SER HETERO TAMBIEN MOLA

_LoKy_

#30
Los nacionalistas, aparte de traicionar a España, ya fuera la blanca, la azul o la roja, no demostraron tener mucho sentido de la realidad. En noviembre de 1938, hacía ya más de un año que Vizcaya estaba en manos de las tropas nacionales, y apenas si faltaba unos días para que Franco lanzase la ofensiva de Cataluña, la \"campaña más fácil\" de su vida. Por otro lado, Inglaterra a fines de 1938 no iba a enviar a la muerte a uno solo de sus soldados por expulsar de Vascongadas a las tropas nacionales, ni a crear un peligroso conflicto con Italia y Alemania.

En realidad, el acercamiento del gobierno vasco a Inglaterra comenzó mucho antes de lo brillantemente relatado: ocurrió tras la toma de Bilbao por las tropas de Franco.
Aunque podríamos retrotraernos mucho más en el tiempo: el 17 de agosto de 1893, Sabino Arana enviaba un telegrama a Gladstone en el que se decía: \" \"los fueristas vascos y navarros, reunidos bajo el árbol de Guernica, símbolo de nuestras libertades seculares de la Euskaria, saludan al gran anciano ilustre, liberador de Irlanda\" En realidad Gladtone no había liberado a Irlanda, que seguía sometida al Imperio Británico, pero los nacionalistas vascos buscaban colocarse bajo las alas de esa gran potencia, por lo que no dudaban en mostrar su apoyo frente a los nacionalistas irlandeses (ya dejaba claro en fecha tan lejana como 1893, el nacionalismo vasco alguna de sus principales características).

La misma bandera que Sabino Arana había dibujado para su partido político y que hoy en día es la bandera de las Provincias Vascongadas se inspiró en la \"Union Jack\" y, tras su fallecimiento, su hermano Luis recogió sus papeles, encontrando en una hoja de cuaderno, bajo el título \"Mi pensamiento\", una hoja de cuaderno en la que sólo había escrito dos líneas: \"Conseguir la Independencia de Euzkadi bajo el protectorado inglés\".

La carta que el 13 de agosto de 1901 escribió Sabino Arana a Engracio Aranzadi deja muy claro que Londres \"es la clave\" y que debía entrarse en contacto con un coronel inglés de visita en San Sebastían para establecer una alianza militar con Inglaterra (¡alucinante! ¿Cual era el potencial militar vasco en 1901?) \"cuyo resultado será la desmembración de España\".. En 1901, Arana pensaba todavía que la alianza militar vascobritánica traería la destrucción de España y la independencia de Vascongadas....

Abreviemos la historia y no hablemos del apoyo, expresado en un telegrama, que Sabino Arana envió a Lord Salisbury, en el que el PNV se alineaba con Inglaterra durante la guerra de los Boers, claro que omitiendo, como bien indica Stanley Payne, que Inglaterra representaba a una potencia imperialista e invasora que acababa con las libertades de una comunidad nacional (los boers) libre e independiente. (Otra nueva contradicción o tal vez cinismo del nacionalismo vasco).

En febrero de 1936 tras la victoria del Frente Popular, y de acuerdo al informe del teniente coronel Buzón, los dirigentes del PNV mantuvieron contacto con políticos londineses para buscar la forma de convertir \"al menos a las tres provincias en un protectorado británico\"... Claro que no debió de encontrarse la fórmula ni la clave ni nada, porque Inglaterra no invadió las Vascongadas para expulsar a las tropas españolas de allí en Febrero de 1936.. ¿Por qué? Sinceramente pienso que a Inglaterra jamás le ha importado un comino el nacionalismo vasco y sí mucho, como decía Pitt, meterse demasiado en el avispero español.

Así que, cuando ya en plena guerra, en las calles de Bilbao se escuchaba el tronar de los cañones \"fascistas\", el gobierno vasco volvió a dirigirse a Londres, con el fin de recabar ayuda. Luis Arana y Lezo Urreztieta, aunque sólo lograron entrevistarse con \"funcionarios de cuarta categoría\" del Foreing Office, sin que lograran jamás sacar el menor compromiso británico, consideraron una victoria el que al menos fueran recibidos en el Foreing Office. El Teniente Coronel Buzón escribió: \"yo he oído en sitios públicos manifestaciones de que en Bilbao no entrarían los fascistas porque ante los vascos a Inglaterra\"...  pero las tropas rebeldes al gobierno del Frente Popular, ya lo creo que entraron...¡Vaya que entraron!

Y meses antes de la toma de Bilbao por las tropas nacionales, el 16 de septiembre de 1936, el diario \"Libertad\" publicaba que los abertzales \"preferimos ser ingleses a volver a ser españoles\"
Por otra parte un informe italiano indicaba, con fecha de 15 de junio de 1937 que \"el gobierno vasco sostiene su moral - además de con la promesa de proporcionarles pronto aviación y artillería - con una decidida y asegurada intervención inglesa a favor del separatismo vasco\"..

Jose María de Areilza, vasco y español, cuando logró cruzar las líneas en 1937 informó que \"... la burguesía nacionalista pretende constituir un protectorado británico sobre las tres provincias vascongadas\" (¿No es de locos o de niños chicos o de alucinados pensar que Inglaterra iba a meterse en una guerra en España en 1937?)
El historiador Gabriel Jackson afirma que los nacionalistas vascos pensaban que Inglaterra no permitiría ni consentiría que Franco colocase sus manos sobre los recursos minerales de Vizcaya. Por cierto ¿que hizo Inglaterra para impedirlo? NADA, pero pensandolo con lógica ¿Por qué se iba a meter Inglaterra en una peligrosísima aventura para salvar al nacionalismo vasco?

Los rebeldes conocían estas relaciones entre el gobierno vasco y el británico, como recuerda el almirante Núñez Iglesias, cuando la progresión del ejército nacional por tierras guipuzcoanas se detuvo en la raya de Vizcaya \"se temía desde una proclamación de independencia, seguida de una declaración de neutralidad ante la guerra en curso, a la constitución de un protectorado inglés, encargado de garantizar la independencia y la neutralidad del nuevo estado\".
El 15 de febrero de 1937, un informe del SIM (Servicio de Inteligencia Militar) afirma lo siguiente: \"los líderes nacionalistas confían en la intervención inglesa\"... Esa intervención militar, esperanza de separatistas vascos, y objeto de preocupación para los generales rebeldes, no llegó jamás.                    
RECUERDA: SER HETERO TAMBIEN MOLA

BELEN HISPANA

#31
LOKY, EXCELENTEEEEEEEEEEE !!!!!!!!!!

He disfrutado mucho con los textos,

     MUCHAS GRACIAS,

              Belen Hispana  :P

                         
Una walkyria no rinde JAMAS su imagen, pero su fina seda es para los caballeros "HONORABLES"...

http://www.atalayadigital.com/archimago/vi...read.php?tid=87